La cotidianidad de los dominicanos tiene una dinámica del ‘antes’ y ‘después’, de acciones y episodios ocurridos y por ocurrir, como marco de referencia.
Esta Semana Santa no escapa a ese raciocinio.
En el previo inmediato a la Semana Santa, la nación estuvo expectante al tema de las denuncias y acusaciones de corrupción, con allanamientos, prisión preventiva, filtraciones de interrogatorios de investigados, medidas de coerción, acuerdos, decisión de unos encerrados en prisión, otros en reclusión domiciliaria.
La decisión de coerción del caso bautizado como ‘Calamar’ se produjo en pleno inicio de Semana Santa provocando un alto nivel de euforia que, de parte y parte, llegaron a punto de clímax en un momento determinado.
Se habla de que tras la Semana Santa viene la operación ‘Calamar 11’ donde entrarían otros actores al expediente, incluyendo la mención de un legislador, lo que obligaría a esa segunda fase a dirimirse en la Suprema Corte de Justicia, por el derecho de jurisdicción especial –antes jurisdicción privilegiada-, que ampara a los congresistas en los casos de confrontación con la Justicia.
El después de la Semana Santa, también, marca una especie de ‘banderazo’ de un activismo, un aceleramiento, de la campaña pre electoral que en el cronograma de la ley sobre la materia señala el mes de junio para el inicio formal del proselitismo hacia las primarias obligatorias –a partir del primer domingo de octubre próximo- en que los partidos deberán realizar la escogencia de sus candidatos para los próximos certámenes: municipales el tercer domingo de febrero del 2024 y presidenciales-congresuales, el tercer domingo de mayo del próximo año.
Estos ingredientes, entonces, dentro del escenario de estrechez económica –acogotadosentre otros elementos, por el camino de aumentos en los precios del petróleo-, quejas sociales que demandan atenciones del Gobierno, las tensiones que nos generan el tema haitiano, nos apunta a días, semanas y meses de intensa expectativas y tensiones.