La campaña electoral con miras a las primarias de octubre próximo ha abierto, de manera oficial, las compuertas de la propaganda, que se presume interna en los partidos con miras a la elección de los poco más de cuatro mil candidatos que competirán en los comicios del 2024 por los cargos municipales, congresuales y presidencial en juego.
La Junta Central Electoral está enfocada, a tiempo completo, en armar la carpintería del proceso que se inicia con las primarias de octubre, seguido de las municipales del tercer domingo de febrero y las presidenciales-congresuales del tercer domingo de mayo del 2024. El desarrollo, el nivel de civilidad y objetividad de la campaña interna, y luego la de ‘todos contra todos’, es una responsabilidad de los políticos y partidos.
Frente a un presidente y un partido oficial en reelección hay que esperar serios cuestionamientos, críticas y denuncias de la oposición, en sus diferentes vertientes, y de un oficialismo capaz de ‘cualquier cosa’ por retener el poder.
Y es aquí donde queremos llamar la atención a la moderación posible, de parte y parte, para evitar que la discusión, y hasta diatriba cotidiana se enmarque en sociego, sobriedad, prudencia posibles a fin de evitar tensiones y alteraciones innecesarias del status quo.
Hay temas y puntos del discurrir cotidiano nacional que no necesitan ser desbordados: la tranquilidad social, el tema haitiano, el desarrollo del turismo, la estabilidad en la economía, por ejemplo.
Pese a que las encuestas publicadas en los últimos meses coinciden en presentar las preocupaciones y las quejas de la generalidad de la gente sobre el alto costo de la vida -los altos precios de los alimentos, la inflación, el desempleo, la demanda de mayor inversión del Gobierno en obras públicas, etc- así como sobre la seguridad pública –asesinatos, asaltos, robos, violencia callejera-, la tranquilidad social no ha sido alterada pese a los esfuerzos que por contrariar la paz y tranquilidad social han hecho algunos, por ejemplo médicos y profesores del sector público con sus inconsecuencias y repetidas presiones.
Un país alterado en su paz y a la deriva en su economía no es saludable para nadie, ni los que detentan el poder ni a los que pretenden llegar a el.
La responsabilidad del trayecto que recorramos en esta campaña interna es, pues,más responsabilidad de todos, en especial partidos y el liderazgo político.