Los antagonismos políticos, que divide las sociedades y provocan abismos insalvables de tal magnitud que cada litoral procura destruir a sus contrarios, ha llevado a países de nuestra América Latina a peligrosos escenarios para su estabilidad, institucionalidad y vida en democracia. Los ejemplos sobran.
En Repúblcia Dominicana, con sus virtudes y defectos, hemos transitado más de medio siglo sin interrupciones de nuestros procesos electorales –logrando salvar, incluso, la crisis política surgida del resultado de las elecciones de 1994- lo que ha consolidado nuestra democracia.
A lo largo del proceso político-electoral democrátido estable en el país, partiendo de los comicios post guerra civil, en 1966, los acuerdos, las alianzas, coaliciones electorales han sido rutinarios, como ocurre en otros países. A veces, incluso, se han registrado bloques o coaliciones entre partidos, movimientos, líderes de posiciones, y hastda ideologías diametralmente contrarias. Los une la búsqueda del poder y/o tratar de lograr el desplazamiento de sus contrarios.
Hoy vivimos un clima envidiable de estabilidad política, paz social, controles de la economía, ejes fundamentales de una convivencia que nos permite enfrentar los problemas con mejores resultados que si viviéramos en un caos institucional y/o en una zozobra social.
De ahí, entonces, que saludamos las conversaciones, negociaciones, acuerdos a que los estamentos políticos-partidistas desarrollan hoy en favor de consolidar sus posicionamientos de cara a las elecciones nacionales, de febrero y mayo del 2024, en procura de ganar el poder para dirigir la nación desde los diferentres niveles institucionales en juego: la Presidencia, las Cámaras Legislativas, los gobiernos municipales.
Todo apunta a la conformación de dos grandes grupos antagónicos de cara a las elecciones: uno conformado por el partido oficial, el PRM, que anuncia acuerdos y alianzas con unas 18 organizaciones y movimientos políticos, en el litoral un bloque de oposición estratégico encabezado por los tres principales partidos contrarios al gobierno de turno, el PLD, FP y el PRD junto a otras agrupaciones, llamadas emergentes.
Esto, independientemente del resultado de las urnas, constituye un paso importante en la consolidación de los procesos democráticos-electorales de República Dominicana, porque nos indica que el diálogo, la concertación, las alianzas siguen siendo posibles en la lucha por el poder que, generalmente, agudiza los enconos y agresiones verbales –por suerte no tenemos en el país los atentados políticos violentos- y que se pueden salvar.
La democracia, por tanto, creemos sale fortalecida con las negociaciones, de unos y otros, en el proceso electoral que transitamos y que llevara a los dominicanos a las urnas en febrero y mayo de 2024.
