Las efemérides del 1ro de julio de 2024 nos pone en contexto de que arribamos a 58 años que, de manera ininterrumpida, iniciamos el camino del proceso de institucionalidad que vivimos, con la escogencia de nuestros gobernantes cada cuatro años en procesos libres, con sus virtudes y defectos, pero con resultados positivos.
Cargados de interrogantes, tensiones, nubarrones, denuncias, amenazas, dudas, lo hemos logrado y hoy somos una de las democracias -a la dominicana, si se quiere- más estables de todo nuestro entorno.
Joaquín Balaguer, desde que el 1ro de julio de 1966 asumió la Presidencia, en medio de la crisis institucional, política y social que significó la revuelta cívico-militar e intervención militar extranjera de 1965, llevó el país -bajo su estilo autocrático, si se etiqueta- a ejercer su derecho de decidir en las urnas -denuncias de fraude incluido-, superando el temor de la asonada de las botas y los cuarteles -aunque intenciones e intentos no faltaron- y/o las rebeliones callejeras. Este ejemplo, han obligado a Antonio Guzmán, Jorge Blanco, Hipólito Mejía, Leonel Fernández, Danilo Medina, Luis Abinader a cumplir fielmente con la convocatoria a ese ejercicio cuatri anual -aún pese a los ‘resbalones’ de 1994 y febrero de 2020- lo que ha sido correspondido por la sociedad, pese a la abstención del 46% de mayo pasado.
En este escenario, entonces, las grandes organizaciones políticas de la nación, PRM, FP y PLD, están obligadas a garantizar la confianza de la población de que el sistema de partidos funciona y que si no es perfecto, es mucho mejor que la imposición, el totalitarismo, el populismo que hoy campea en el continente, con sus consecuencias.