El país despertó este martes con una noticia trágica, que fue convirtiéndose en terrible según pasaban las horas: decenas de muertos y heridos en el desplome del techo del más afamado centro nocturno-discoteca de la ciudad.
Un episodio que enluta al país.
Una tragedia que afianzar la solidaridad que caracteriza a los dominicanos.
Que recuerde, con excepción de los estragos causados por los huracanes David y George, no había sufrido una conmoción de esta naturaleza, provocada por una tragedia que haya cobrado tantas vidas.
Satisface la rápida y efectiva movilidad de centenares de organismos, personal y equipos de emergencia, que han trabajado de manera incansable en procura de rescatar a los heridos y retirar a los fallecidos, mientras muchos ciudadanos acudían a centros establecidos a donar sangre para los lesionados que lo necesiten.
La presencia del presidente Abinader y su esposa, a primera hora de la mañana en las puertas del lugar de la tragedia, muestra, nueva vez, el lado humano de nuestros líderes, como expresaron los principales partidos políticos, el empresariado, dirigentes de instituciones y gremios, la gente.
La desgracia que nos une hoy nos dice que por más enconados que sean los choques en que a veces nos enfrascamos, no agrieta ese sentido de solidaridad.
La familia Espaillat, con Antonio y Monserrat a la cabeza, como troncos de una pujante comunidad de gente trabajadora desde el más amplio complejo de comunicaciones del país, principalmente de la radio, hoy enfrenta una dura prueba que deberá superar con el apoyo de la sociedad a la que sirven.
Lloremos a nuestros muertos y oremos por la recuperación de los heridos.