Santo Domingo, República Dominicana, miércoles 27 de noviembre, 2024

El farolito de la calle en que (re)nací

Marielis Duluc fue la primera joven que integró el programa de pasantía por Santiago de los Caballeros. Corría 2007. Su predecesora, Deriseé de León es cibaeña, pero de otra ciudad norteña, Puerto Plata. En aquella fecha, Marielis estudiaba periodismo y, con el paso de los días, descubrí su sensibilidad literaria. Por esa vocación a veces le daba ciertos giros al texto que no convencían a los editores del periódico. Pudo terminar el programa junto a sus compañeros de pasantía. Su juventud y talento no solo la compenetraron con su generación, sino que decidió emigrar a España y allá ha llamado la atención por sus aciertos literarios, imposibles de olvidar. Hoy, ella es invitada al país a las Ferias Internacionales del Libro y cree que la poesía también puede integrarse en otro tipo de texto de mayor circulación. Está en ello.

Años después me sorprendió un email. Trabajaba entonces como coordinador de la colección de libros infantiles y juveniles de Santillana y mi alegría fue infinita cuando descubrí su procedencia: Dahiana Vásquez, otra expasante, vegana por más señas, que cumplió un año en el Listín de Santiago y de quien tengo los mejores recuerdos como profesional y como amiga. Ella, al terminar su pasantía -y su carrera universitaria- se integró al staff del Centro León como Gerente de Audiovisuales. Después aspiró a una beca en España, país donde hizo su maestría en comunicación audiovisual.

En su emai, Dahiana me remitiía una novela juvenil de su cosecha, la cual leí de inmediato y pasé al Comité de Lectura para su aprobación. Sin embargo, dos de sus tres miembros me recomendaron no publicar el texto tal y como estaba por contener miradas de vanguardia, todavía un poco fuertes para nuestra lectura juvenil. Entre ella y yo intentamos modificar los señalamientos, pero al final convenimos que era mejor engavetar la obra por un tiempo.

Meses después, Dahiana me remitió un segundo libro, esta vez de viajes. Descubrí una narrativa valiosa, poco común en nuestro mundo cultural, llena de aventuras, reflexiones y puntos de vista muy valientes de una joven dispuesta a romper esquemas y fronteras, mochila al hombro.

El Comité de Lectura editorial, como siempre, puso ciertos peros, y al final se decidió publicar el volumen si la autora aplicaba algunas correcciones. En ese impasse llegó mi final en aquella empresa y la edición quedó en el aire. No supe más de Dahiana ni sus historias hasta que volvió a sorprenderme con un email reciente, remitiéndome su libro impreso por Amazom. También agradecía mi batalla para darlo a conocer a los jóvenes dominicanos. La emoción pudo más que mi admiración hacia su impronta y se lo hice saber. Ella creyó en el valor de sus historias y, hasta cierto punto, me volví su cómplice, a pesar de tener siempre la pantalla del ordenador de por medio.

Viví momentos inolvidables cuando presenté mis crónicas y memorias en el Centro León. El hecho de estar rodeado de pasantes, expasantes y amigos entrañables me hizo recordar mis tiempos de nadador en las playas habaneras junto a mis flamantes novias que esperaban un beso apasionado para sentirse dueñas de las olas. Y allí en Santiago, descubrí a Dahiana. Me invadió una extraña emoción semejante a la que sentí cuando intenté compartir su libro de viajes con los jóvenes lectores dominicanos. Solo pudimos conversar lo necesario. Pero mis ojos se aguaron frente a su figura esbelta, inteligente y creativa, aquella misma que descubrí el día que me pareció haber seleccionado para el programa del Listín a una triunfadora.

Yesenia de Moya fue otra vegana que integró el programa por su talento y vocación profesional. Al terminar su pasantía pasó a trabajar como Encargada de Generación de Contenidos del Centro León. Conozco sus éxitos norteamericanos, sus publicaciones y cargos académicos y profesionales. Ha impresionado a aquella sociedad. Y ya es Directora del Centro de Medios Comunitarios del “Craig Newmark Graduate School of Journalism” de la ciudad de Nueva York. Y sigue en ascenso.

Inmaculada Aracena se las trae. Santiaguera de pura sepa, Al terminar su pasantía en el Listín cumplió su master en España y a su regreso se instaló en la capital. Desde que llegó al Listín, llamó la atención por su seriedad y disciplina. Su exigencia al equipo que le acompañaba a hacer servicios nocturnos, trascendió. No tenía pelos en la lengua. Viajamos juntos a Miches y allá vivimos días y noches inolvidables con los guardafronteras. Recorrimos canales y pequeñas ensenadas donde los yoleros escondían sus barcazas para promover salidas ilegales.

Me sentí feliz al descubrirla entre los asistentes a la presentación de mi poemario “Saturno reina en todas partes”. En sus pequeños ojos descubrí sapiencia. Supo crecer.

Marielis Duluc, Dahiana Vásquez, Yesenia de Moya e Inmaculada Aracena son cuatro momentos de mi vida profesional. Cuando eran pasantes casi todas las semanas viajaba a Santiago, les proyectaba películas y compartíamos experiencias y formas de mirar la vida. Parte de lo soy se la debo a ellas. Juntas me hicieron volver al coraje que no tuve en mi juventud para ºcejar en el empeño de seguir un rumbo propio y no apartarme de él hasta el final de mis días, ideología aparte.

 

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