La línea es muy delgada. El ejercicio de la medicina tiene dos vertientes: ayudar a restablecer, mantener la salud, salvar la vida de la gente, por un lado y, por el otro, ‘ganar dinero’ por la asistencia médica y los servicios que ofrecen las clínicas a pacientes, como los identifican unos, y/o a ‘clientes’, como los tipifican otros.
La precariedad de los servicios médicos públicos son tan deficientes que presionan a la gente a acudir a la medicina privada, médicos y clínicas.
La generalidad de los que ejercen la medicina tienen, y manifiestan, vocación de servicio, sensibilidad, responsabilidad, respeto, compromiso de ayudar a sus pacientes. Otros, unidos al negocio de empresas llamadas clínicas y/o ‘centros médicos’, son económicamente implacables con la mayoría de los ‘clientes’.
La publicidad de sentencias judiciales que condenan por ‘mala práctica’, ha puesto el tema en el debate nacional y ha encendido la tea de la protesta callejera, su especialidad, del denominado Colegio Médico.
Las repetidas denuncias sobre violaciones a los derechos de la gente -publicaciones sobre lo que ocurre en quirófanos y seguimientos en cirugías plásticas, por ejemplo- son escandalosas. El Colegio defiende a sus afiliados con garras y dientes, pero no se conoce de medidas, ni siquiera éticas, tomadas contra denuncias de ‘mala práctica’ de afiliados y abusos de determinadas clínicas y ‘centros médicos’, que hasta retienen el cuerpo de un fallecido, si la familia no paga. Ante esta realidad, las autoridades hacen mutis.
Entonces, si no es ante la Justicia ¿a quien recurrir? o simplemente ¿debemos aceptar la ‘mala práctica’ y los abusos en clínicas y ‘centros médicos’ como una ‘realidad’, y ya?
Ayúdeme a entenderlo.