Mientras seguimos la cotidianidad nacional, centrada en la tercera vacuna, las presiones de las alzas de precios de los alimentos, los casos de corrupción, el toque de queda, etc., no podemos apartar la mirada sobre la explosiva situación de violencia e inestabilidad que crece en Haití.
Ese estado de ingobernabildad, Haití está hoy sumido bajo el control de grupos fuertemente armados que secuestran, asaltan, provocan desórdenes callejeros, que se han adueñado de grandes zonas del país y barriadas de la propia capital, sin que las autoridades tengan las fuerzas para enfrentarlos, tipificando esa nación como altamente peligrosa.
Un peligro para nuestro estado. Un peligro para nuestra población. Un peligro para nuestra estabilidad.
El tráfico de grandes cantidades de drogas, armas de todo calibre y poder, el manejo de grandes fortunas obtenidas por la industria del secuestro y tráfico de todo lo ilícito, son la característica del Haití de este momento.
Y si a esos ingredientes de inestabilidad social y política se les agrega la penetración de estructuras de los carteles de la droga y de organizaciones de tipo subversivo del terrorismo internacional, la situación se complejiza a niveles del más alto riesgo.
Es por todo ello que la inteligencia dominicana, todo el poder de seguridad y vigilancia militar debe estar concentrado en el explosivo tema haitiano, porque la República Dominicana, por su condición de frontera terrestre, es alta y peligrosamente vulnerable.
2 de Julio, 2021