Cuando aún no se ha secado la sangre en que fueron segadas las vidas de dos jóvenes predicadores cristianos a manos de una patrulla policial, el 29 de marzo pasado en Villa Altagracia, este domingo la nación se levantó perturbada, compungida, agobiada, aterrorizada por el asesinato de un disparo en la cabeza de la joven arquitecto Leslie Rosado, a manos de un cabo de la Policía.
Entre consternación, indignación y profundo dolor, la sociedad dominicana ha reaccionado, nueva vez, airada y crítica contra el uso excesivo de fuerza policial.
No hay ninguna justificación de un uso tan brutal de las armas de fuego en manos de policías, de quienes se suponen un entrenamiento, por mínimo que sea, para recurrir a las armas puestas en sus manos como instrumento de protección de la población en peligro frente a delincuentes y/o cuando la vida del agente esté en peligro.
Sobre la premisa de que se realiza una ‘profunda reforma’ a lo interno de la Policía Nacional, se ha tratado de justificar en los últimos tiempos las acciones de violencia en que se ven envueltos los agentes, aun frente a delincuentes y/o personas qie infligen la ley.
La forma como la nación ha reaccionado este domingo ante el asesinato de la arquitecto Rosado no deja dudas de la necesidad de acciones directas, contundentes y satisfactorias.
No más paños tibios. No más justificaciones. No más excusaas.
03 octubre 2021