Las señales son confusas, no se acercan a las de humo con sus significados establecidos, desde el color hasta la forma. Son extrañas, de difícil interpretación. Inexplicable el silencio de la autoridad aludida. Desdén o complacencia es el acertijo.
El intento de desbarajuste pretende ocupar el espacio en un momento crucial, previo a un desenlace electoral presentido. Hasta después de la celebración de las elecciones presidenciales y congresuales, la atención nacional está en el resultado de los comicios. Nada más sucede y la solución de los problemas está suspendida. El miércoles próximo, como parte del espectáculo, será el “debate” de los candidatos y luego seguirá el fandango y se desvanecerán las declaraciones del antiguo rector de la UASD y ex director de la Escuela Nacional Penitenciaria. La dejadez ha sido constante, no hay contradicción ni interés de rebatir las imputaciones del hombre que ha trabajado con y en la Procuraduría General de la República -PGR-desde el año 2003. Vinculado a la reforma penitenciaria ha tenido amores y desamores con las diferentes gestiones y ahora sorprende su veleidad. Incomprensibles sus críticas a la PGR de la que ha sido parte, como lo fue de la anterior con vínculos estrechos casi familiares. El tono de las denuncias es grave. Insólito que el motivo del presente agravio no despierte curiosidad para detectar el origen.
Después de compartir con el público el monto de las ganancias que percibe el encargado de seguridad de la “Penitenciaria Nacional de La Victoria” comprometiendo al órgano que lo tenía como colaborador esencial, hubo un retiro del ruedo. Entonces aseguró que el funcionario recibe “siete millones toda la semana. “Si no estoy diciendo la verdad espero que alguien me desmienta”. El “desmentido” provino de la jefatura del Ministerio Público: “No tengo nada que decir. La persona que hizo la denuncia sabrá cómo procede.”- 26/05/2022- Y bajó el telón, dejó de visitar despachos que consideraba propios y la fatalidad le devolvió la voz. El retorno se produjo tras el incendio que destrozó, el 18 de marzo, un espacio del lugar más degradante del infame sistema penitenciario criollo y el humo asfixió a trece reclusos.
Desafió al presidente corrigiéndole una cifra inexacta en relación con las necesidades del recinto penitenciario “Las Parras”- que una vez bautizó como “un gallinero” y hoy reivindica- el lance provocó una invitación a Palacio. Concluida la reunión, además de revelar lo conversado con el jefe de estado, denuncia las ocurrencias en la PGR. El inefable especialista en asuntos penitenciarios, reavivado por el mandatario que prefiere hablar con el asesor y no con la cabeza de la procuraduría, recuperó su protagonismo. No está en la Comisión creada para la habilitación de “Las Parras”, pero actúa como vocero. Afirma que en la PGR hay “corrupción, sabotaje y conspiración”. Demerita a la titular y expone la fragilidad del órgano. Su actitud es un batiburrillo peligroso. ¿A quién defiende, a quién arriesga? La ventaja es que en esta ocasión más importa mayo que el descalabro denunciado y él podrá continuar su cruzada sin riesgos.