La suerte está echada.
Los dominicanos estamos convocados a las urnas para este domingo, en un escenario que pareciera estar definido, de acuerdo a la percepción que se ha generado, apoyado en los resultados de las consultas que han hecho las principales encuestadoras contratadas por medios de comunicación, para su publicación en cumplimiento del deber periodístico, ejercido dentro del ambiente de libertad de prensa y expresión.
La Junta Central Electoral ha actuado, de cara a la población y el mandato de la ley, y ha organizado un certamen ejemplar, transparente, libre que da garantías de que se respeta el derecho de las mayorías, como norma de la democracia.
Amenazas, tremendismos, falacias son cotidianas de parte de grupos y/o candidatos que no se sienten respaldados en los niveles que han esperado de parte de la población votante podría considerar que son ‘parte del folclore’ electoral tradicional. Porque hay que contar con la realidad del fanatismo, que no ha estado ausente en este proceso, pero con acciones diferentes al que vivimos en el pasado, donde primaba la violencia para algunos tratar de imponerse, por la vía del miedo.
La gente, el dominicano en su mayoría, han aprendido a distinguir la paja del trigo y, por ello, se siente empoderado en la toma de sus decisiones.
En sentido general me permito asegurar que hemos madurado. Esta campaña, pacífica, cumpliendo los cronogramas trazados por la Ley, así lo indican.
El 20 de mayo, el lunes próximo, la nación continua y tiene, debe, emprender nuevos retos, que son responabilidades de todos. Ojalá que lo entiendan los que no resulten ganadores de la contienda.
Unos ganan, otros pierden, pero dependiendo de cómo concluyamos este proceso –que va muy bien- será al final lo que dictará el futuro inmediato de la nación.
La socidad debe ser quien gane, y por ello debemos apostar todos.
Para lograr ese objetivo debemos cumplir con el deber ciudadano: acudir a votar, acudir a ejercer el derecho que nos brinda la democracia.
