César Duvernay
Evidentemente que como homicida y suicida, Jensy Graciano Cepeda, de 37 años, fue el responsable de la muerte a tiros de Chantal Jiménez de 25. Sin embargo, y visto los hechos, la verdadera culpable de la tragedia ha sido la misma sociedad que le falló a la occisa.
Una falta del sistema judicial para con la malograda joven que la sumó al aciago listado de mujeres que han sido ultimadas por sus parejas o exparejas pese a tener una orden de alejamiento en su poder.
Según las cifras del Ministerio de la Mujer, ya son 20 los feminicidios acaecidos en el lo que va del año.
Y hoy la población se pregunta ¿por qué, si días antes Jensy le había disparado a Chantal y fue apresado, el Ministerio Público no lo sometió a la justicia por intento de homicidio ni le confiscaron el arma? Hasta su propia familia le falló a la víctima cuando la conminaron a retirar la querella para que su verdugo fuese puesto en libertad y posteriormente la matara.
El artículo 30 del Código Procesal Penal establece la obligatoriedad de la acción pública para perseguir los hechos punibles de los cuales tenga conocimiento, independientemente al desistimiento de la víctima, pero lamentablemente eso no lo vio la fiscalía. A menos que no se invierta en un mecanismo más efectivo para evitar que los potenciales agresores se acerquen a las víctimas, seguiremos con este drama.
Entendidos sugieren la entrega de un dispositivo a la querellante y la colocación de un brazalete al querellado que alerte a las autoridades cuando haya proximidad. Lo cierto es que Chantal, quien como influenciadora de redes trataba de captar atención, lo logró, pero de la más cruel y dolorosa manera.
