La ‘cotidianidad’ que vivimos –la delincuencia, los altos precios de la comida, los feminicidios, el caos en el tránsito, los chismes políticos- nos sustraen de problemas fundamentales que nos golpean en la cara y que se tornan en ‘tema’ coyunturalmente, pero que no parecen tener solución. Los desaparecidos para mí, particularmente, me preocupa y hasta atormenta.
He sufrido las desapariciones. Hace como 30 años un gran amigo desapareció en lo que muchos creímos se había ido en yola a Puerto Rico, porque llegar a Nueva York era su sueño. Jamás se ha sabido de él. Eso me marcó.
Cuando entrevistaba para el programa diario de radio Rumbo de la Tarde, a la señora Yocasta Díaz, madre de Alexander Moisés Sang Díaz, de 18 años, desaparecido tras salir de su residencia el 16 de mayo del 2022, hice empatía con la cruzada que procura establecer aquí el denominado ‘Alerta Amber’. “Está comprobado que, tras la sustracción o desaparición de una persona, las primeras 48 horas posteriores son cruciales para dar con su paradero por lo que la celeridad y eficiencia de la respuesta debe intensificarse”. Para ello se necesita más personal, recursos, disposición política oficial. Pero ello no parece ser prioridad de las autoridades. Decenas de familiares de desaparecidos fueron frente a Palacio, procurando llamar la atención del presidente Abinader por ‘Alerta Amber’, que no es un invento a la dominicana -se aplica en EEUU, Australia, Bélgica, Bulgaria, Canadá, Chipre, República Checa, Francia, Alemania, Grecia, Irlanda, Italia, Jamaica, Luxemburgo, Malta, México, Malasia, Países Bajos, Nueva Zelanda, Polonia, Portugal, Rumania, Corea del Sur, España, Suiza, Taiwán, Reino Unido-, pero aquí no hay respuesta. Qué Pena.