Santo Domingo, República Dominicana, miércoles 27 de noviembre, 2024

Donación al CARICOM: Haití, el cuento de nunca acabar

Carlos R. Altuna Tezanos

El pasado miércoles 7 de junio, sorpresivamente se conoció la noticia de que el presidente Luis Abinader Corona, viajaría a Nassau-Bahamas para participar en una reunión de los Estados de la Comunidad del Caribe (CARICOM), donde también asistiría la vicepresidenta de los Estados Unidos de Norteamérica, Kamala Harris.

Este encuentro es una continuación de la reunión del año pasado, celebrada en los Ángeles-Estados Unidos, y aunque la República Dominicana no es miembro, sino “observador” del CARICOM, fue invitada dada la importancia del país en la región caribeña, y supongo que por la transcendencia de los temas a debatir en este cónclave.

¿Qué es el CARICOM? Es un organismo subregional creado el 14 de julio de 1973 con el objetivo de favorecer la integración entre los países del Caribe anglófonos –Estados que hablan francés e inglés– conformado por 15 Estados de pleno derecho, 5 naciones asociadas y 8 países observadores, cuyo propósito principal está focalizado en asuntos institucionales, comercio, acceso a mercados de bienes y servicios, transporte y la solución de controversias comerciales regionales, entre otros.
Foto oficial de la reunión de los participantes en la reunión del Caricom celebrada en Bahamas.

Foto oficial de la reunión de los participantes en la reunión del Caricom celebrada en Bahamas.Fuente externa

Aunque solo tenemos el estatus de “país observador” en este sistema subregional de integración, el Estado Dominicano no puede darse el lujo de asistir por tratarse de asunto de estrategia para futuras tomas de decisiones, en razón a que los ataques más despiadados en contra del país han provenido en épocas recientes del CARICOM, como fue el caso del entonces ministro de San Vicente y las Granadinas, Ralph Gonsalves, tras la histórica sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional, que consideramos como la “frontera jurídica” que tiene el fin de preservar la nacionalidad dominicana.

Al parecer el tiempo se ha encargado de hacernos olvidar ciertos episodios, acciones o maquinaciones en contra del país, como fueron las dos desafortunadas cartas enviadas por Gonsalves al presidente Danilo Medina, tras la sentencia 168 del TC, dada a conocer por el periódico “Trinidad Express Newspapers”, de las cuales destacare algunos párrafos de la primera (11 octubre 2013), a modo de refrescar nuestras memorias:

“…El gobierno y el pueblo de San Vicente y las Granadinas está profundamente consternado porque un tribunal constitucional en República Dominicana, en un fallo reciente, les ha negado la ciudadanía a personas de ascendencia haitiana nacidos en República Dominicana. Esta decisión del tribunal, en efecto, deja sin patria a una enorme cantidad de personas de ascendencia haitiana”.

“…Con toda seguridad, esta decisión de la corte es inaceptable en cualquier sociedad civilizada. Es una afrenta a todas las normas internacionales establecidas y a la humanidad elemental, y amenaza con hacer de la República Dominicana un paria regional y mundial”.

“…Como usted sin duda sabe, la decisión del tribunal está siendo ampliamente interpretada internacionalmente como que está fundamentada en la mentalidad anti-haitiana o incluso racista, dado el hecho de que la mayoría de las personas privadas de su ciudadanía por nacimiento son negros”.

«…Su República es un miembro vital del CARIFORUM, y está en la búsqueda de su membresía en el CARICOM, al que pertenece Haití. El impacto adverso real, y no potencial, sobre estas y otras relaciones con varios Estados regionales y otros es evidente”.

“…La hoja de parra de la soberanía no puede ser invocada cuando los principios consagrados y universales de la ciudadanía y la dignidad humana son pisoteados.…Lamento que las circunstancias me hayan obligado a escribir con firmeza sobre este asunto. Le aseguro que mi lenguaje está refrenado y que no expresa plenamente mi indignación personal”.

En la segunda misiva del 11 noviembre 2013, Gonsalves fue más allá de la desfachatez, asumiendo la osadía de amenazar al país, esta vez desafiando a los dominicanos a través de tres advertencias:

1. San Vicente y las Granadinas ha declarado públicamente, a través mío, que no apoyará, en las actuales circunstancias, ninguna solicitud del Gobierno Dominicano para unirse al CARICOM. Por ello, hasta que su gobierno aborde este problema debidamente, no podrá haber absolutamente ningún avance en cuanto a la petición de su país para entrar en el CARICOM.

2. San Vicente y las Granadinas ha llamado públicamente a la suspensión de la República Dominicana del CARIFORUM.

3. Le he escrito al estimado Presidente de la República Bolivariana de Venezuela para considerar urgentemente la suspensión de la República Dominicana del acuerdo PETROCARIBE, hasta que su gobierno actúe en forma decisiva para corregir el efecto del cruel fallo del Tribunal

Ante tales injurias, el presidente Medina aprovechó la Segunda Cumbre de la CELAC en Cuba, para responder enérgicamente a Gonsalves, y enrostrarle “…Usted no ha hecho por Haití lo que ha hecho la República Dominicana, enumerando las ayudas ofrecidas al vecino país tras el terremoto de enero de 2010. …Para nosotros es inaceptable que nos quieran acusar de racistas, de discriminadores y de violadores de los derechos humanos. No lo aceptamos, sencillamente para nosotros es inaceptable. No aceptamos la acusación de discriminación que se nos quiere endilgar en este foro. La República Dominicana ha sido el Estado en la región más solidario con Haití”.

Advirtiéndole “…No se le ha quitado la nacionalidad a nadie, no puedo quitarle a nadie lo que no tenían. …El objetivo del fallo es regular la situación de miles de personas que viven en un limbo, respetando los derechos humanos. …y le pido especialmente a Ralph Gonsalves que gobierne en su país y les permita a los dominicanos ejercer su soberanía.”

De igual manera aconteció en la 36AVA Cumbre del CARICOM en Barbados, con la presencia del Secretario General ONU, Ban Ki-moom, hubo consenso para condenar la política migratoria de República Dominicana, cuando el presidente Michel Martelly les pidió a sus homólogos una solución pacífica a la crisis que enfrentan los dominicanos de ascendencia haitiana, quienes están siendo deportados, la que catalogó como “crisis humanitaria” porque no estamos hablando de haitianos, sino probablemente de dominicanos sacados de su país.

Ante el peso de las evidencias descritas, entiendo que estas son razones más que suficientes para que nuestro país no deje de asistir a las reuniones del organismo subregional, pues Haití es miembro de pleno derecho, y República Dominicana es observador, que persiste en su aceptación.

El pasado 8 de junio, la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, antes de emprender su viaje a la reunión del CARICOM, anunció una ayuda de US$100 millones para la región del Caribe a fin de perseguir el tráfico de armas, ayudar a aliviar la crisis humanitaria de Haití y respaldar iniciativas de respuesta al cambio climático.

En tal sentido, si dividimos el monto de la donación norteamericana entre los Estados del CARICOM –15 de pleno derecho y 5 asociados– les tocaría US$ 5 millones per cápita. No puedo negar que albergábamos la esperanza de algún tener algún tipo de respuesta al reiterado reclamo de Haití para que una fuerza militar los intervengan, con el objetivo de pacificar y desarmar su población, cosa que no sucedió.

Este gesto de bonhomía parecería una limosna comparada con los cuantiosos recursos económicos concedidos al conflicto de Ucrania y Sudan. Por lo que creo, que ante la crisis política, social y económica que vive Haití, azotada por la violencia, el caos, ingobernabilidad y una hambruna sin precedente, lo mínimo que pudieran hacer los Estados del CARICOM en un gesto de solidaridad y unión regional hacia Haití, sería haber renunciado a dichos fondos para ser transferido en su totalidad al desdichado país, con el fin de atenuar la peligrosa hambruna que les acosa. Un loable gesto, que sin dudas constituiría un hecho sin precedentes y una lección de desprendimiento para una comunidad internacional indolente, que han olvidado a Haití.

El autor es miembro fundador del Círculo Delta

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