Este domingo próximo se da inicio a las primarias, en que los partidos del sistema deberán escoger los candidatos que terciarán en las elecciones municipales, presidenciales y congresuales de febrero y mayo del próximo año.
Los partidos, justo es decirlo, han desarrollado una campaña civilizada, lo cual fortalece el sistema político-electoral en que nos desenvolvemos desde hace 57 años.
La discusión del morbo de la semana, se ha centrado en la cantidad de personas que asistieron al acto de Leonel Fernández y sus partidarios de la Fuerza del Pueblo, el sábado pasado en la Plaza de la Bandera.
Fue osado de Leonel y su partido, creo, reunirse en una locación que se ha convertido en emblemática desde que allí se registraran las concentraciones de presión popular auspiciadas por jóvenes, cuando el resbalón electoral de febrero de 2020.
Y digo que fue un acto osado de Leonel y su gente, porque que más que poner a prueba la cantidad de asistentes que podía llevar a la Plaza, en una calurosa tarde veraniega, creo fue una especie de pistoletazo de lanzamiento de su campaña pública, que tenía la intención de anunciar su propósito de ‘tomar las calles’, como en los viejos tiempos del PLD que dirigió por varios años.
Si el acto fue ‘bueno’ o ‘malo’, si fue mucha gente o no, si fue una demostración de ‘músculos’ y tuvo o no éxito la apuesta, no es lo que me mueve a este comentario. No tomo parte en la lucha partidista. Creo, y es el centro y propósito de mi comentario, que de impresionar se trataba, los leonelistas hubieran podido abarrotar a su gente en el techado de voleibol, el Palacio de los Deportes o el club San Carlos.
Saludo este tipo de manifestaciones político-electoral porque, entiendo, representa el ejercicio de democracia electoral en orden, en paz, con música, alegría, que debe ser el modelo de campaña, que junto a las propuestas de gobierno, que debemos aspirar.
La realidad, la veremos en las urnas.