Buscando que los sectores productivos del país sean más rentables y sus productos lleguen a los dominicanos a menores precios, todos nuestros gobiernos se han negado a organizar la migración haitiana.
Este comportamiento ha provocado el surgimiento de un proletariado extranjero y parcialmente indocumentado del que depende ya la agricultura y la construcción, entre otros sectores; y la consolidación de una aristocracia del odio y la descalificación, de la que han surgido unos príncipes de la ira y la exclusión que cada día renuevan sus esfuerzos y duplican sus talentos para promover el desprecio al otro… diferente, negro, pobre. Son pastores del odio, como otros son misioneros del amor, apóstoles de Dios, monjes de Buda.
En estos días les ocupa que el MINERD, respetando un mandato constitucional permita que sea inscripto en las escuelas todo niño en territorio dominicano sin importar nacionalidad ni estatus migratorio, sólo por el bíblico argumento de ser niño. Eso.
Que un niño sea un niño, debería bastar para que ante él se detuviera el odio y la exclusión, pero no, pero no.
Si por beneficios electorales inmediatos, nuestros gobiernos se niegan a organizar la migración al costo de la creciente arrabalización y la creación de guetos de pobreza inhumana, seguirá el juego de las mafias que traen haitianos, a veces impiden su deportación y si no, ellos mismos los vuelven a entrar. ¡Complicidad perfecta! Ante tal realidad, la salida no debería ser ensartar mentiras y sumar exageraciones en medios y redes sociales para que aumente el odio hacia los haitianos, sino exigir esa organización, regularización, políticas de integración y de deportaciones, pero sin las mafias en Migración, frontera y consulados que este Listín denunció mucho antes de cumplir los 134 años que cumple hoy. (El banilejo Franjul Bucarelly es decano dos veces).
Mientras esto ocurre, los sembradores de odio sonríen felices, esperando que la virgen de Altagracia se descuide y les permita convertir en votos sus sembradíos de odios durante décadas…. Es cierto que extrañamente hoy marcan menos que el Partido Trujillista, pero no siempre será así.
Mayo de 2028 puede ser la fecha en que estos príncipes de la ira y la exclusión logren lo que, solo gracias a la banileja Virgen de Regla no han logrado aún: convertir en votos su terca promoción del odio y el racismo en un alienado país mulato, acomplejado de su negritud. Amén.