Durante veinte y cuatro años, el proyecto de Código Penal viene dando vueltas en el Congreso Nacional, estigmatizado principalmente por los intentos de despenalización del aborto, un tema que ha divido a la sociedad dominicana, a favor y en contra.
Aprobado en dos ocasiones y devuelto a las Cámaras Legislativas con observaciones por dos presidentes -Leonel Fernández, en 2006, y Danilo Medina, en 2014- apuntaba ahora a correr el mismo destino con el presidente Luis Abinader, si los senadores y diputados se empecinaban en aprobar, con algunos tremendismos, la nueva versión, que aun sin las famosas ‘tres causales’, o lo que realmente es, la despenalización del aborto, contiene nuevos articulados que han disparado las alarmas sobre las garantías de los derechos ciudadanos consagrados en la Constitución, y de acciones para enfrentar el delito.
Los senadores, primero, y los diputados, luego, estaban dispuestos a pasar ahora el proyecto, ‘por encima de todo y de todos’, hasta que este lunes el presidente Abinader les salió al paso y les dio el ‘tiro de gracia’: “Es una pena que eso tiene 20 años y todavía hay imperfecciones, independientemente también de que hay diferencias ideológicas y de criterio que hay en torno al Código, yo creo que ese Código necesita estudiarse y consensuarse mejor”.
Los senadores y diputados nos han fallado nueva vez y, por tanto, seguimos con el Código napoleónico, de 1884, mientras las presiones de políticos populistas, las Iglesias, comunicadores, siguen haciendo lo que les viene en ganas con las necesidades de fortalecer los instrumentos que garantizan una aplicación justa y equitativa justicia.
Mientras, el Código abortó, de nuevo hoy.