La vida política dominicana ha vivido, como cualquier otra democracia, los momentos de tensión que provocan los antagonismos entre líderes y partidos.
Eso es propio del ejercicio político y aunque pareciera que divide las sociedades y provocan abismos insalvables, entre los dominicanos, las negociaciones, acuerdos, alianzas y el ejercicio libre en las urnas al final se impone.
Hoy disfrutamos de un clima envidiable de estabilidad política, paz social, controles de la economía, ejes fundamentales de una convivencia que nos permite enfrentar los problemas con mejores resultados que si viviéramos en el caos institucional y/o en una zozobra social.
Aquí tenemos más de egos, soberbia y enconos de algunos líderes, que de problemas insalvables.
Por ello, saludo las muestras de civilidad de los partidos y políticos entre sí y de partidos con la Junta Central Electoral, al sentarse en la mesa de las conversaciones, del diálogo, de cara a hacer más llevadero el proceso que transitamos hacia febrero y mayo del 2024.
Todo apunta a la conformación de dos grandes bloques: uno conformado por el partido oficial, el PRM, que anuncia acuerdos y alianzas con unas 18 organizaciones y movimientos políticos, el otro de oposición, encabezado por los tres principales partidos contrarios al gobierno, PLD, FP y PRD, que se adjuntan a otras agrupaciones, llamadas emergentes.
Independiente del resultado de las urnas, estas concertaciones –como las conversaciones Junta-partidos-, creo constituyen un paso importante en la consolidación de nuestros procesos democrático-electorales, que nos indica que el diálogo sigue siendo posible, pese a lo agrio y a veces ríspido de las batallas por el poder.