Santo Domingo, República Dominicana, viernes 25 de octubre, 2024

El retorno de invertir los Fondos de Pensiones

Andrés Van Der Horts Alvarez

El conocimien­to general y la experiencia de muchos paí­ses en el ám­bito de la inversión previ­sional ha demostrado en innumerables ocasiones el favorable impacto que tie­ne el uso de los Fondos de Pensiones en el desarrollo de economías emergentes, como es el caso de la Re­pública Dominicana. Así como promueve una ma­yor rentabilidad para los pensionados, dinamiza la actividad económica en términos generales, facilita el acceso y la diversificación de empresas a ser financia­das, y promueve el creci­miento.

En el caso local, la Su­perintendencia de Pensio­nes, en su resolución 17-02 sobre control de las inver­siones locales de los fon­dos de pensiones, establece en sus artículos 1, 2 y 3 que los recursos de los Fondos de Pensiones se invertirán para obtener una rentabili­dad real que incremente las cuentas, velando, en el caso de las AFP, por la seguridad de los instrumentos finan­cieros en donde se efectúen las inversiones.

En las últimas décadas este tema ha ido evolucio­nando, aunque no exento de debates sobre la justicia del sistema y el porcentaje calculado para cada traba­jador según su nivel de in­greso. Este artículo se enfo­ca en las inversiones de los fondos en términos globa­les, sin dejar de reconocer la necesidad de revisar dichas objeciones, al existir una justificación razonable de que todo trabajador debe velar, en sus años producti­vos y los de su retiro, por el sustento económico de un hogar y por su propia dig­nidad en su etapa de jubila­ción laboral.

En lo que respecta a las inversiones, los Fondos de Pensiones han permiti­do apostar a un crecimien­to macroeconómico, finan­ciando el déficit del Banco Central, así como déficits presupuestarios, mante­niendo las finanzas públi­cas estables, impulsando a su vez a que República Do­minicana haya gozado de un crecimiento anual de un 5.5% en los últimos 15 años.

Sin embargo, es hora de que los Fondos y su in­versión respectiva vayan a obras de infraestructu­ra que permitan el creci­miento del país de cara a los próximos 20 años. Caso contrario, sin contar con di­chos recursos, nos veríamos en un desfase de carreteras y obras estratégicas que le impedirían al país avanzar con la debida agilidad hacia un desarrollo más impor­tante, sobre todo conside­rando que ya nos adentra­mos en la competitividad global post-covid.

Hablo de puertos, carrete­ras, obras viales, acueductos y presas, parte de la agenda prioritaria que ha manifesta­do el presidente Luis Abina­der. Ahora bien, para concre­tar esos planes en un plazo de tiempo razonable, se re­quiere subir la inversión en obras, que actualmente su­fre de una brecha del 2.5% en promedio regional, lo cual debemos aumentar a un 5.2% del PIB, según ha su­gerido el BID en su informe “Construir oportunidades para crecer en un mundo de­safiante” (2019).

El primer paso es con­vertir la vocación de ahorro de los Fondos de Pensiones en una vocación de inver­sión a largo plazo, y a partir de ese reenfoque, estable­cer un camino de financia­miento de obras que garan­ticen rendimiento para los ciudadanos y un desarrollo integral para todo el país.

 

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