La campaña presidencial de los Estados Unidos ha consolidado a los influencers como las nuevas estrellas del firmamento digital.
Cortejados por los principales aspirantes, su labor resultó clave en la movilización de audiencias masivas, convirtiéndolos en piezas fundamentales del ecosistema mediático.
Su influencia no se limitó al entretenimiento o a la simple viralización de contenidos.
Su capacidad para generar debates sobre temas relevantes los posicionó como referentes válidos en la conversación pública.
Así lo confirma una encuesta global del Instituto Reuters y la Universidad de Oxford, que reflejó un sentimiento favorable de las audiencias hacia sus narrativas, más directas, informales y despojadas del rigor tradicional del periodismo.
Estos creadores de contenido—podcasters, videocasters, entrevistadores y talentos de plataformas como TikTok o Snapchat—fueron actores decisivos en la campaña.
A tal punto que se convirtieron en invitados preferenciales a las convenciones de los grandes partidos, desplazando a figuras editoriales de los medios tradicionales.
Los candidatos entendieron que estos comunicadores digitales tienen la capacidad de atraer a un público joven, que en gran medida ha dejado de consumir noticias a través de los medios convencionales y prefiere informarse a través de redes sociales y plataformas alternativas.
Su meta era clara: aprovechar la influencia de estos creadores para incentivar a sus seguidores a acudir a las urnas.
El investigador Benjamin Toff, coautor de un estudio sobre este fenómeno, encontró en sus encuestas que “muchos estadounidenses perciben a los periodistas como un perro guardián ineficaz o como facilitadores de actores poderosos”.
Una conclusión similar arrojó un informe del Centro de Investigaciones Pew, que reveló que uno de cada cinco estadounidenses obtiene regularmente sus noticias de influencers digitales.
Este ascenso meteórico ha llevado a nombres como Bryan Tyler Cohen, Ben Shapiro, Chris Cillizza, Alex Cooper y Joe Rogan a convertirse en auténticas referencias dentro del debate político y social.
Su impacto ha sido tan contundente que incluso, la Casa Blanca, ha decidido adaptarse a esta nueva realidad.
La portavoz Karoline Leavitt anunció que los influencers, podcasters, blogueros y creadores de contenido tendrán un espacio en la sala de prensa de la mansión presidencial.
“Abriremos esta sala de prensa a nuevas voces mediáticas que producen contenido informativo y cuyos medios no estén representados en estos asientos.
“Damos la bienvenida a periodistas independientes, podcasters, influencers y creadores de contenido, y les urgimos a solicitar credenciales para cubrir esta Casa Blanca”, afirmó Leavitt.
Esta apertura institucional a los creadores de contenido digital confirma lo que ya es evidente: los influencers han dejado de ser actores secundarios en la comunicación y han pasado a ser protagonistas.
Su auge plantea un desafío inevitable para los medios tradicionales, que deben revisar sus estrategias y reenfocar su modelo de distribución de noticias.
En un entorno mediático en constante transformación, adaptarse a estas nuevas dinámicas no es una opción, sino una necesidad.