Santo Domingo, República Dominicana, lunes 25 de noviembre, 2024

Febrero fue lo que iba a ser

No bien terminamos las elecciones del domingo, y dentro de 90 días tendremos las de mayo. Si las primeras no se sintieron, las segundas serán lo contrario. Las elecciones fueron ejemplares en términos de organización, planificación y ejecución por parte de la JCE; el apoyo de todos los partidos políticos; la colaboración de la Policía Nacional; y la participación ciudadana.

De un padrón de 8,105,151 electores votaron 3,775,587 (46.67%), para una abstención nominal de 53.33%, ligeramente superior a marzo 2020 (50.86%). Si al padrón general de electores le descontamos los dominicanos que viven en el exterior, y que estaban habilitados para votar en las municipales -de haberse traslado al país (870,000; 10.73%)-, la abstención real sería de 47.8%. El número es alto, de preocupación, pero no crítico ni atípico en unas elecciones municipales.

Si bien es cierto que la misma es multicausal, la desconexión que existe entre la ciudadanía y los partidos; los candidatos y sus propuestas, constituye una señal de alerta para todo el sistema. Lejos de pasarse la bola, como si hubiera un solo responsable, los políticos deberían reflexionar en torno a qué están haciendo tan mal, que la gente prefiere no votar; y urge reflexión, pues el descalabro del sistema de partidos políticos en la región comenzó así.

A la espera de resultados finales oficiales, a nivel de alcaldías PRM ganó 134; PLD, 16; FP, 8. A nivel de votos acumulados, PRM 57%, PLD 24%, FP 13%. PRD 3.7%. Validadas algunas encuestas y desechadas otras, la verdadera se hizo el domingo, y con ella se diseñarán los próximos acuerdos. Los partidos apostaron “todo o nada” a febrero, de cara a mayo, y, aunque el PRM tenía el desafío de consensuar y negociar alianzas con 22 partidos menores, al final era el dueño del cuchillo y del bizcocho… No así la Alianza Rescate RD, que más que candidaturas o plazas, tenía que negociar con egos y rencores; subsanar rencillas y acallar resentimientos.

Desde el inicio se vio que Rescate RD debía de ser rescatado. Que la ausencia de una fotografía que confirmara la reconciliación de sus dos grandes líderes daba campo a las teorías más inverosímiles… que al final resultaron ser ciertas. Porque, admitámoslo, la cantidad de candidaturas conjuntas de la oposición en municipios claves, no hacía sombra a las del PRM, de ahí que, con poco que ofertar, había poco que ganar.

Abinader va en el carril del centro y muy por delante; Leonel tiene más preferencia que Abel en las encuestas, pero el PLD dobla a la FP en todos los resultados municipales. ¿Bajo cuáles criterios se sentarán en una mesa los miembros de Rescate RD, que no sean los números de la JCE que certifican los niveles de fortaleza? En lo que los partidos deciden cómo ganar o perder, no deben de perder de vista lo esencial: El PRM tiene un gran poder, y tiene la obligación de ejercerlo con responsabilidad y transparencia; la oposición, por su parte, tienen la obligación de sentarse y pactar, o pararse y extinguirse.

 

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