Santo Domingo, República Dominicana, jueves 28 de agosto, 2025

Haití: entre bandidos y mercenarios

  • La ONU hace denodadas diligencias para estabilizar a Haití, por las vías institucionales y diplomáticas, en tanto desde Estados Unidos se patrocina la participación de cientos de mercenarios en esa labor

En mi columna anterior me referí a la decisión de encargar la pacificación del territorio haitiano a un grupo de mercenarios militares, bajo la firma de un contrato por diez años con la nueva empresa norteamericana de Erick Prince, el mismo dueño de la extinguida compañía Blackwater, con la encomienda, además, de recaudar los impuestos que pagan los ciudadanos de Haití.

Mientras la Organización de las Naciones Unidas (ONU) despliega esfuerzos por retornar la tranquilidad a los haitianos impulsando una Misión de Estabilización, con militares de países miembros, la administración Trump admite otorgar un contrato a la empresa Vectus Global, del norteamericano Prince, quien es un asiduo colaborador de las campañas republicanas, como refiere el periodista Jeremy Scahill en libro Blackwater.

Lea bien lo que estoy escribiendo:

La ONU hace denodadas diligencias para estabilizar a Haití, por las vías institucionales y diplomáticas, en tanto desde Estados Unidos se patrocina la participación de cientos de mercenarios en esa labor. Las dos funciones fundamentales de un Estado, la seguridad y el cobro de impuestos, pasan a ser regentados por la empresa de Prince, Vectus Global. Terminaba mi columna de la semana pasada advirtiendo del peligro que significa no solo para el futuro de Haití esta decisión, sino para República Dominicana tenerbandas delincuenciales armadas enfrentadas con mercenarios, ninguno de los cuales tiene que ver con los valores y principios democráticos.

Hay que ver cuál es el papel que juegan los mercenarios en el devenir histórico de los pueblos del mundo.

Lo primero que tenemos que decir es que el empleo de tropas auxiliares en los conflictos bélicos para sustituir las tropas regulares, no es un invento de estos tiempos, aunque lo singular en este caso es que una compañía privada, propietaria de un cotizante de campañas republicanas, es su propulsor, con experiencia en Irak y Afganistán.

«En la interpretación moderna del concepto, el mercenario no es un soldado en sentido estricto. No cumple ordenanzas y reglamentos, sólo las cláusulas de su contrato. Tampoco está obligado a uniformarse ni a respetar la disciplina militar, ni lo amparan las leyes internacionales que intentan humanizar los conflictos».Así lo define el doctor Eliades Acosta Matos en su nuevo libro «Cipayos del Caribe», que próximamente se pondrá en circulación.

Aparte del peligro que representan los enfrentamientos entre dos fuerzas de choque que no están obligadas a respetar principios de ningún género sobre la guerra, los bandidos como los mercenarios trataran en Haití de eliminarse uno al otro, mientras la población haitiana, las débiles instituciones y los esfuerzos por restaurar el orden, quedarán aplastados por la punta del fusil de los homicidas a sueldos.

Ocurrió en Afganistán y en Irak. En uno y el otro, el saldo fue de miles de muertos, esencialmente civiles. De ahí la desaparición de la empresa Blackwater. El mercenarismo no es un fenómeno de estos tiempos.

«Cipayos del Caribe», el libro de Acosta Matos, cita al historiador Daniel Gómez Castro, autor del texto «Orígenes y evolución de una profesión execrable».

Aunque Gómez Castro aduce que el mercenario está tipificado como aquel sujeto que va a la guerra por razones económicas, sostiene que «existieron, con frecuencia, casos de mercenarios que pelearon también por convicciones políticas», que no es el caso de los dirigidos por Prince.

En Grecia, para citar un caso antiguo, el historiador Acosta Matos dice que «las motivaciones para que una ciudad griega, un rey, tirano o emperador contratara mercenarios mediante paga, se debían a distintos factores. Entre ellos, a la carencia de tropas propias o a que soldados de alquiler conocían mejor el terreno».

Muchos otros ejemplos se cuentan repasando la historia. Lo cierto es que en el caso de nuestra isla, hay un Estado fallido que no tiene control de nada, mientras la parte oriental puede verse amenazada por la guerra que se avecina entre bandidos y mercenarios.

 

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