Santo Domingo, República Dominicana, martes 30 de abril, 2024

Hipocresía ante el real peligro

Pareciera que insistir sobre el caso haitiano es un tema manido, que es hablar más de lo mismo. No lo creo así.

La aguda crisis haitiana, en aumento, es una peligrosa realidad que los dominicanos debemos ver en las dimensiones que nos afecta. Considero usarlo como tema de campaña política en la acidez del camino a las votaciones, es un ejercicio insensato e irracional de cara a los intereses nacionales.

Lo que ‘ocurre’ de ‘aquel lado de la isla’, tiene una incidencia seria y trascendente para la vida de la nación dominicana, económica, política, social. De cada diez dominicanos, tenemos en nuestro territorio entre uno y dos haitianos, que interactúan en nuestras ciudades, nuestras calles, nuestras casas, nuestras empresas, públicas y privadas, en nuestra cotidianidad, en nuestras vidas, de una u otra forma. A ese punto hemos llegado. Una realidad.

No debe asombrarnos, y yo no lo hago, que haya no pocos dominicanos -aunque son los menos- que bajo la excusa del ‘respeto a los derechos’ a una ‘solidaridad’ de hojalata, procuran endilgar a las autoridades dominicanas excesos en sus actuaciones de cara a la inmigración de ilegales y de todo lo que ‘huela’ a Haití.

Algunos, enquistados en la política partidista de moda, son capaces de escribir cartas, enviar documentos, reclamar en medios, sanciones al gobierno, al país, en un afán que lejos de ser ‘graciosos’ merecen ser etiquetados con el deleznable sello de ¡traidores!

Así como la denuncia contra República Dominicana unifica a los haitianos, la crisis haitiana y su peligrosa realidad, debe unir a los dominicanos.

Lo demás, la ambivalencia, es pura hipocresía politiquera.

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