Conversando hace unos días con un entrañable amigo, hacíamos un ejercicio, con signos de gran preocupación, sobre ¿qué está pasando? ¿qué nos está pasando, a los dominicanos? ¿hacia dónde vamos y, cómo llegaremos? Respuestas a estas interrogantes dependen mucho, advertimos, de la visión que tenga cada persona desde sus áreas de intereses, profesionales, políticos, religiosos y hasta deportivos.
El rosario de cuestionamientos es reflejo de una incertidumbre que sobre el presente y el futuro inmediato del país, tiene mucha gente.
Los estragos que produjo la pandemia del Covid-19 –fallecimientos, infectados en masa, confinamiento, constreñimientos económicos, desesperanza- ha dejado una secuela de daños a la sociedad que recibió la nueva administración política del país. La violencia callejera, la delincuencia desafiante, los aumentos de precios de los alimentos, los temores por las consecuencias del aumento de los precios del petróleo son de los elementos que perturban el estado de ánimo de la gente.
¿Qué hacer? es la gran interrogante que provoca, quizás, la más compleja respuesta, si es que la hay. No tengo esa respuesta, confieso.
En lo que sí creo, sin embargo, es que en esta coyuntura debemos -al margen de pareceres y pasiones políticas partidistas, que no es mi ánimo- aunar fuerzas con nuestras autoridades, encabezados por el Presidente Abinader, para juntos poder lidiar con tan complejo panorama, sin que ello signifique renunciar a las exigencias y/o críticas. Las posiciones políticas, ya tendremos oportunidad de expresarlas en el 2024, en la consulta cívica que nos ofrece la democracia. Por ello hoy, ante la realidad que vivimos, sostengo que solo la confianza, la esperanza, la acción como sociedad, podrán vencer la incertidumbre.
