Santo Domingo, República Dominicana, martes 26 de noviembre, 2024

La imposibilidad del centro

En un país donde el mayor partido es el presupuesto nacional y la nómina pública es la ideología dominante, será casi imposible no decodificar en clave política cualquier argumento, sobre todo en tiempos de campaña. “La verdad es la primera víctima de la guerra”, señaló Esquilo, quizás refiriéndose también a los procesos electorales, en los cuales, la verdad, cuando no muere cambia de dueño.

En tiempos de Guerra Fría era más fácil determinar el lugar donde teníamos que estar, la línea era clara y visible, los extremos definían y permitían avanzar con claridad hacia un norte seguro; pero ahora, desdibujadas las coordenadas programáticas, el centro se antoja más como una zona de confort ideológico que como un justo medio; acaso ese lugar en donde quieren estar los que no saben dónde estar; porque, seamos honestos, pocos pasos de avance disruptivo en la historia se han dado desde el centro, pues son los extremos los que impulsan hacia adelante… y a veces hacia el vacío.

La “modernidad líquida” confunde todo, nada es seguro, todo es maleable. ¿El “progresismo” es la nueva etiqueta bajo la cual se mezclan fundamentos de izquierdas?, o ¿bajo “fascismo” u “ultraderecha” se etiquetan sus opuestos? Cada grupo desde su marco mental se autodefine y ese proceso define al otro, al enemigo. Nada nuevo bajo el mundo… la misma lógica maniquea que nunca falla.

En R.D. la campaña electoral se alimenta de autos de fe, no hay lugar para posiciones de centro, ni mucho menos para quienes creen que un entendimiento sobre la base de mínimos comunes es posible; no, se necesita asumir una posición y, desde esa lógica, cualquier enunciado es interpretado como favorable a un lado o al otro.

Bajo siglas diferentes, los partidos políticos asumen el pasado como descalificador del presente, para alimentar la falacia ad hominem y lograr votos.

Cada vez habrá menos posibilidades de ser objetivo, e intentarlo será todo un desafío; cada día, cuando se diga de manera específica algo positivo sobre un candidato/partido/propuesta, vendrán ataques y descalificaciones desde el litoral contrario; pero, si al día siguiente se hace lo mismo con su opuesto, en torno a un tema diferente, vendrán los mismos ataques y descalificaciones, pero en sentido contrario.

En definitiva, cada vez habrá menos espacio para la verdad y más para el fanatismo.

 

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