Santo Domingo, República Dominicana, domingo 23 de noviembre, 2025

La verdadera fragua del periodista

Cuando empecé en el periodismo, siendo un simple “practicante” en la redacción del Listín Diario allá por 1968, la cosa era muy diferente. La mayoría de los periodistas eran autodidactas.

Se habían forjado y habían aprendido el oficio en el mismo día a día de la redacción, con la experiencia como su principal escuela.

Los más veteranos, que eran pocos, traían sus vivencias de diarios como El Caribe y La Nación, de la época de Trujillo, o eran de las primeras promociones de la escuela de periodismo de la Universidad de Santo Domingo.

En la práctica, ellos eran nuestros maestros. A nosotros, los reporteros novatos, nos daban consejos y nos corregían las notas.

Después de la revolución del 65, llegó una nueva generación a las redacciones: jóvenes de liceos o de grupos culturales que habían florecido con el despertar democrático del país.

Hay muchos ejemplos elocuentes de gente que, sin haber pisado una universidad, empezaron con trabajos simples y terminaron siendo grandes periodistas.

Recuerdo a un joven que era el conserje de la casa del director. Entró como mensajero y, en su tiempo libre, empezó a hacer sus “pininos” en el oficio. Le agarró el gusto a la cámara, y con el tiempo se convirtió en un reportero gráfico de planta.

Otro empezó como mensajero, luego fue chofer, después fotógrafo, y terminó como redactor. ¡Hasta se graduó de doctor en Derecho!

Un gran amigo mío comenzó como fotógrafo en El Caribe. Ascendió a redactor, fue corresponsal de una de las cadenas de noticias más importantes del mundo, y llegó a dirigir dos periódicos nacionales y a ser vicepresidente de la comisión de libertad de prensa de la SIP.

¿Qué los hizo grandes? La vocación, las ganas de aprender sin parar y el compromiso con las esencias del periodismo. Su sed de conocimiento los convirtió en ejemplos de superación.

Hoy, el panorama es otro. Las redacciones ya no abren sus puertas a “practicantes” como los de antes, sino a jóvenes recién graduados (o a punto de graduarse) de las escuelas de periodismo.

Y aunque llegan con un bagaje académico invaluable, la experiencia sigue demostrando una verdad irrefutable: la redacción de un periódico, o de un canal de televisión o radio, es la auténtica fragua del periodismo.

Es el lugar donde la teoría choca con la práctica, se fortalece y termina de forjar al verdadero profesional.

Hoy, en un mundo lleno de personas que usurpan la figura del periodista, nuestro gran reto como profesionales es aferrarnos más que nunca a los valores de nuestra misión.

Tenemos que luchar a muerte por la verdad, con la mira siempre puesta en el bien común. Porque este, al fin y al cabo, es un oficio noble. !El mejor del mundo!

 

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