Santo Domingo, República Dominicana, miércoles 26 de noviembre, 2025

Medidas del Vaticano: reacción a la falta de liderazgo

Redacción HoraxHora

El papa León XIV y el Vaticano han puesto su mirada hacia una Iglesia Católica dominicana seriamente afectada por una falta de liderazgo de cara a la sociedad, rivalidades y luchas de poder dentro del propio clero así como de una disminución sensible en el escenario de la feligresía cristiana del país.

La clarinada que llama a la reversión de la situación de alarma a que llegó la Iglesia dominicana, a lo interno y externo, la dieron el papa y el Vaticano con la creación de una nueva y muy amplia diócesis, en lo que apunta al inicio de una estrategia para frenar -y procurar revertir- la caída que ha experimentado el catolicismo en el país.

Asimismo, en forma paralela y al mismo tiempo, con el nombramiento de un Arzobispo Coadjutor de Santo Domingo la Santa Sede miró hacia lo interno: exponer y detener el grupismo, las rencillas y rabietas, al tiempo de advertir a la alta jerarquía la necesidad de recuperar el prestigio y la autoridad de otros tiempos en los escenarios político, económico y social de la nación.

La salida del escenario del Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez -con 89 años, retirado desde 2016 por razones de edad y enfermedad-, el fallecimiento de Agripino Núñez Collado -22 de enero de 2022- y la llegada al influyente Arzobispado de Santo Domingo de la figura opaca de monseñor Francisco Ozoria -74 años de edad y quien debe renunciar oficialmente en el 2026-, conformaron la tormenta perfecta que dio paso a la crisis de autoridad e influencia en el mundo cristiano a que ha llegado la Iglesia católica dominicana.

Y el papa León XIV y el Vaticano han decido revertir esta situación con acciones puntuales y hasta drástica.

La primera acción del Vaticano y del papa León XIV -un conocedor del ejercicio del catolicismo en las Américas y por experiencia personal en República Dominicana- fue más que clara. El nombramiento del arzobispo Coadjutor de Santo Domingo, Carlos Tomás Morel Diplán, de 56 años de edad, busca retomar la presencia nacional de la Iglesia, imponer líneas de disciplinas internas. Con la llegada de Morel Diplán como Coadjutor se inicia el proceso –‘democrático’, ‘suave’ pero firme- de salida de escena del pálido arzobispo Ozoria.

Al mismo tiempo, la llegada de Manuel Ruíz -un sacerdote de 69 años, de la entera confianza del Cardenal López Rodríguez- al frente de la creada nueva diócesis, Stella Maris, procura generar confianza en el ‘arranque’ de la acción que procura de revertir el deterioro de la fe en el catolicismo en el país, entre otros factores por el avance de las denominaciones protestantes y de los denominados ‘ministerios’. La pujanza de la Iglesia imperó hasta hace apenas unos años, bajo la prestancia y autoridad que irradiaba el Arzobispo Nicolás de Jesús, quien detentó la máxima posición de la Iglesia dominicana por casi 35 años, del 15 de noviembre de 1981 al 4 de julio de 2016.

Entre ‘traiciones’ y ‘enemigos’

Fue el propio Ozoria, tras un tránsito de poca trascendencia en poco más de nueve años al frente del Arzobispado de Santo Domingo -desde el 4 de julio 2016-, quien desnudó la situación interna del clero dominicano cuando en una carta circulada profusamente hace unos días habló de ‘traición’ y de ‘enemigos’ a lo interno en la cúpula de la Iglesia.

La misma salida de escena del obispo Víctor Masalles, considerado una de las voces que había ganado gran influencia en el seno de la sociedad y dentro mismo del catolicismo, ha venido a mostrar una Iglesia cargada de discrepancias en su estructura dirigencial.

Este cóctel muestra, entonces, una dirección disgregada a lo interno y, por ende, pasiva como incapaz de concitar emociones y avances en su feligresía y en la práctica misma del cristianismo entre los dominicanos.

Masalles, teólogo católico y economista, de 64 años de edad, tuvo serios tropezones y era centro de altas controversias en la clero católico, que si bien no salieron a la luz pública como lo presentara Ozoria en su carta del 11 de noviembre, era de alto conocimiento en la cúpula, alta y media, de la Iglesia, en amplios sectores de la sociedad y de influyentes ejecutivos de los medios de comunicación.

Era vox populi los alegados choques con el Cardenal López Rodríguez, señalamientos sobre supuestas ‘filtración’ de documentos relacionados con temas clasificados de la Iglesia, comentarios sobre pretensiones y ‘cabildeos’ para sustituir a Agripino Núñez Collado de la Rectoría de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), entre otros run-runs que lo colocaban en el centro de conrtroversias.

Masalles inició una carrera ascendente en la cúpula de la Iglesia cuando el 8 de mayo de 2020 fue nombrado obispo auxiliar del Arzobispado de Santo Domingo, o sea el principal asistente del Cardenal López Rodríguez, posición que ostentó hasta el 14 de diciembre de 2016 al ser llevado como obispo de la diócesis de Baní hasta que el 12 de septiembre de 2023 cuando anunció su renuncia para irse a un puesto de auxiliar del arzobispado de Barcelona, en una extraña transferencia que no se materializó tras llegar a la ciudad española, por lo que hubo de retornar con las maletas sin deshacer y declararse en un ‘año sabático’, quedando sin funciones oficiales dentro de la cúpula católica.

Relaciones Iglesia-Estado

Históricamente ha habido buenas relaciones Iglesia-Estado, que a veces se han tornado conflictivas, con momentos de colaboración y de mediación en conflictos nacionales, incluyendo en el orden político, donde han jugado en múltiples ocasiones y casos el rol de mediadores y garantes de pactos de solución de crisis.

Si bien la República Dominicana es un Estado laico, con derecho pleno a la libertad de cultos de acuerdo a nuestra Constitución, sigue vigente la fuerza del Concordato firmado entre el país y la Santa Sede en 1954, que establece determinados privilegios a la Iglesia Católica -la enseñanza religiosa en escuelas, exención de impuestos en ciertos casos, por ejemplo- ello no ha impedido el avance experimentado de otras expresiones del cristianismo, al punto que las estadísticas señalan que los adeptos al catolicismo, que a principios del 2000 se situaba en alrededor de un 85% de los cristianos dominicanos, para el 2024 se había reducido en torno al 58%.

Las denominaciones protestantes y los ministerios, sin embargo, han logrado en los últimos tiempos algunos privilegios del Estado -oficiar matrimonios, por ejemplo-, abogando igualdad en relación a los que recibe la Iglesia católica sobre la base del Concordato. En sentido general, sin embargo, se resalta que las relaciones entre la cúpula católica y de las iglesias protestantes ha ido mejorando, sobre todo por la unidad de criterios en temas como la lucha contra la eventual despenalización del aborto, largamente discutido en el contexto de la reforma del Código Penal.

La historia nos recuerda de la gran influencia de la Iglesia de cara al poder político, con episodios como los ocurridos a finales de los años de la dictadura de Rafael L. Trujillo con los obispos Ricardo Pittini y Francisco Panal -aquella famosa Carta Pastoral crítica del régimen, de enero de 1960-, la participación de monseñor Eliseo Pérez Sánchez como miembro del Consejo de Estado que gobernó la nación a la caída del régimen trujillista, así como los papeles que jugaron, en diferentes escenarios y oportunidades el cardenal Octavio Antonio Beras Rojas y obispos de la talla de Hugo Eduardo Polanco Brito, Juan Félix Pepén, Tomás Reilly, Francisco José Arnaíz, Láutico García, Marcial Silva, Miguel Marcano Santana y más recientemente las múltiples mediaciones en conflictos políticos y sociales del Cardenal López Rodríguez y monseñor Núñez Collado y en la actualidad de Jesús Castro Marte, hoy en la provincia de La Altagracia.

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