Los problemas de Juan Pablo Duarte probablemente comenzaron el 12 de abril de 1844, cuando presentó a la Tesorería la relación de gastos incurridos en la campaña del sur, y —mucho peor todavía— cometió la osadía de devolver la mayor parte del dinero recibido. Y es que no bien el Estado no tenía aún dos meses de fundado, cuando ya medio gobierno lo veía como lo que desde entonces siempre ha sido: la fuente de enriquecimiento más rápida.
Desde entonces, vivimos batallando no sólo contra la corrupción, sino también contra la falta de transparencia en el manejo de los recursos, y con la hija de ambos, la ausencia de rendición de cuentas. Es algo que va en nuestra psiquis, somos reacios a explicar cómo y en qué gastamos el dinero, y lo aplicamos en todos los ámbitos de nuestras vidas: el matrimonio, el sector privado, en la relación con nuestros socios, en las organizaciones sin fines de lucro, las universidades, las iglesias, y, sobre todo, en los partidos políticos y el manejo que estos hacen del Estado y de los recursos que de él reciben.
De ahí que aceptara con agrado la invitación que recibí de parte de Eduardo Sanz Lovatón —Yayo—, titular de la Secretaría Nacional de Finanzas del PRM, para que participara como observador en el “Seminario-Taller “Transparencia, Control y Cumplimiento de Ingresos y Gastos de Candidatos del PRM a la Junta Central Electoral”, realizado el pasado domingo 22. Con la participación del presidente de la república en su calidad de candidato y su alta dirigencia, el evento fue el escenario en el cual el partido agrupó a sus más de 600 candidatos a cargos electivos para instruirles en cómo rendir cuentas ante la JCE de los recursos públicos y privados recibidos.
Debo destacar, tanto el nivel de organización, profesionalidad de los ponentes técnicos, calidad del material suministrado, como la atención que mostraron los participantes. Y aquí hago un aparte: en el lugar donde me encontraba, muchos candidatos a cargos menores tomaban nota y comentaban entre sí la importancia de dar cumplimiento a tiempo de las obligaciones de rendición de cuentas que la JCE pone a cargo de los candidatos a cargos electivos y que pocas veces se cumple bien y a tiempo.
Luchar contra una cultura es difícil, pero construir un nuevo paradigma lo es más todavía. Por eso destaco la realización del evento, para que no se vea como un acto aislado que no merezca ser replicado por los demás partidos, porque no hay desmérito en copiar lo bueno cuando suma y contribuye a mejorar el colectivo. Lo que toca ahora es que todos los políticos entiendan la importancia que la ciudadanía le da a esa rendición de cuentas, tan ajena a nuestra cultura y tan necesaria para seguir avanzando en la construcción de una sociedad más justa. Enhorabuena.