Santo Domingo, República Dominicana, lunes 25 de noviembre, 2024

Reminiscencia insistente

El 16 de enero del año 2022, en mi Reminiscencia “Día Crucial Mal Calificado,” expuse cómo esa fecha es necesario recordarla porque tuvo mucho que ver cuanto aconteciera en el futuro inmediato de nuestros azares y descalabros institucionales.

En la de hoy debo puntualizar el contenido más o menos exacto de un incidente ocurrido entre periodistas importantes, Robert Berrellez y Julio César Martínez.

Hablo del día en que se disolviera el Consejo de Estado, establecido 15 días antes; de la aventura de una Junta Cívico Militar,; del anuncio del asilo político en la Nunciatura de Su Santidad, del Presidente de la República y del Consejo de Estado; así como del apresamiento y envío al exilio de un militar que tuviera una actuación notable el 19 de noviembre del año ´61, y que, por desgracia, se vio envuelto en la llamada “Tragedia del Parque Independencia” en que se perdieran cuatro valiosas vidas dominicanas.

Joaquín Balaguer y Pedro Rafael Rodríguez Echavarría fueron los personajes sacrificados severamente en el aprecio público por las magnitudes de aquellos acontecimientos, que se utilizaran con innegable habilidad para dar paso a lo que se entendía como lo único que genuinamente representaba el cambio del despotismo a la democracia.

He querido no dejar de retener esa fecha clave, porque la misma sólo se ha señalado como execración a una “matanza de enorme crueldad, por obra de tripulantes de tanques de guerra, que habían rebasado toda norma de respeto y prudencia a los derechos fundamentales de una ciudadanía que se daba por liberada a partir de esa fecha para siempre.”

Hoy cuento algunos detalles del incidente muy grave que surgiera entre los periodistas aquella tarde tremenda en el despacho mismo del entonces Secretario de Estado de las Fuerzas Armadas, cuyo asiento era la Base Aérea de San Isidro.

Al llegar a la Base Aérea de San Isidro, fui testigo de un episodio en el cual Julio César Martínez increpaba al periodista norteamericano Berrellez, que estaba a punto de iniciar una entrevista con el jefe militar, la cual impidiera su airada actitud, cuando dijo: “Ustedes, los americanos, son los culpables de esta tragedia; estos guardias de Trujillo, señalando a su cuñado, nunca tuvieron trato con ustedes porque el déspota lo impedía y por eso cayeron esta tarde en esta trampa. Ustedes querían deshonrar y desacreditar a dos hombres, a éste como militar, y al otro como presidente de la República, porque no se sintieron en ningùn momento satisfechos con que fueran tan valiosos al organizar esta transición. ”

El insulto fue conceptuoso, pero muy agresivo y penetrante y el periodista norteamericano quería responder, aunque sólo balbuceaba: “no, no”, hasta que al final Julio César Martínez le dijo: “Ave de mal agüero, salga de este despacho; usted no merece una entrevista de esta gente, que ha asumido tanto riesgo inútilmente. Ustedes se saldrán con las suyas, porque el disparate que hagan aquí ustedes lo derribarán en horas. El objetivo era deshonrar a Balaguer y eso, a la larga, al país no le va a convenir.”

Estaba presente en la escena el legendario General del Ejército, Rodríguez Reyes, Inspector de las Fuerzas Armadas, y en la noche siguiente, cuando ya estaban detenidos en el palacete de la hija de Trujillo, Angelita, los miembros del Consejo de Estado, me hizo una reflexión: “Me alegré de la pela de lengua que le dio el periodista a ese americano. Gallo -así me decía- usted verá cuántas desgracias se van a desprender de este desastre y lo peor será la división de las Fuerzas Armada.”

Ya en otra precedente entrega de Reminiscencia de fecha 27 de Enero de 2022 bajo el título “Recordar es un Derecho y un Deber”, relaté la visita de un ciudadano dominicano integérrimo y muy sano, Huberto Bogaert, que fuera designado Presidente de la Junta Cívico Militar, cuya expresión bondadosa quiero recordar, dirigiéndose al Lic. Rafael Bonelly: “Fello, yo he venido, pero tú sabes que yo no estoy en nada de ésto; lo acepté porquequiero es una salida que no sea dolorosa, tú me conoces.”

Los otros miembros detenidos del Consejo lo saludaron amablemente. En la noche se produjo el arresto del Jefe Militar para reponer al Consejo de Estado, pero ya bajo la presidencia del Lic. Bonelly.

La última vez que vi a Julio César Martínez recordamos aquel incidente; su talento e integridad me hicieron un resumen conmovedor de todas las cosas que pasaron y estaban pendientes de pasar. Me dijo: “Los pueblos no se merecen que se amañen y manipulen sus circunstancias cruciales; menos, cuando ya se había asegurado una paz institucional muy confiable, porque la presencia de Balaguer, por mucho que se le temiera a su discurso de despedida el 27 de Febrero, era necesaria por su ascendiente en los cuadros militares.

Pienso que en un entorno mundial tan peligroso, como el presente, es bueno recordar lo pernicioso que resulta la idea de aguardar una crisis económica catastrófica para lograr el poder, sin ocuparse del interés fundamental de la Unidad Nacional.

El 23 de febrero de 1930 debe ser un recordatorio a las impaciencias de las pasiones del poder. Aquel, obró en el contexto de la depresión del año ´29 y se sabe amargamente cuánto sobrevino.

Le temo a los enconos y las sinrazones así como a las impaciencias ambiciosas. El momento exige serenidad y patriotismo.

Lo que expreso no es un reproche, sino una reflexión.

 

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