Santo Domingo, República Dominicana, jueves 24 de octubre, 2024

Una realidad totalmente nueva

Pese a los resultados cuantitativos que apuntalan al Listín Diario como el tercer portal del país, solo detrás de Google y Facebook, al contabilizar más de 500 millones de visitas el año pasado, todavía sentimos que estamos a mitad del camino en el objetivo de implantar la redacción multiplataformas.

Estamos trabajando en ese sentido, pero son muchos los arietes que necesitan ensamblarse para que el engranaje de la convergencia impreso-digital funcione como sería lo ideal. En mi reciente conferencia en La Vega, en un seminario sobre la transformación digital de los medios dominicanos, expuse que todavía seguimos operando con redactores y editores que no han completado el proceso de mentalizarse y compartir, por igual, las múltiples tareas y modos de hacerlo, como es lo rutinario en cada una de las plataformas en las que trabajaban. Todavía no hemos llegado al punto ideal porque no resulta fácil romper los esquemas divisorios que condicionan las prioridades informativas y de otros contenidos de ambas plataformas, producto de un factor etario y cultural que predominan en las empresas periodísticas de todo el mundo. No es un problema exclusivo nuestro, sino general.

Justamente, este es uno de los retos difíciles de la transición: el hacer que todos los que están en la redacción, jóvenes nativos digitales y veteranos del periodismo tradicional, asuman que trabajan para un mismo modelo, en el que se mezclan habilidades y tecnologías con patrones y reglas de un producto distinto.

Años antes, estas dos categorías de editores y redactores coexistían con recelos disimulados. Los veteranos veían a los de la nueva generación como unos chicos extraños que parecían estar frente a maquinas de video juegos mientras aquellos, a su vez, percibían a los tradicionales como especies en vías de extinción. Fue la pandemia del coronavirus la que nos hizo saltar a todos de nuestros asientos, de nuestras zonas de confort y de los apegos a formas de trabajo diferenciadas, y entrar de golpe y en lleno a una realidad totalmente nueva, aunque previsible, que obligaría a concentrar todas las energías en la plataforma digital y, desde entonces, a considerarla como el nuevo peldaño hacia el futuro.

El gran empujón que nos dio la pandemia hacia el ecosistema digital ha sido, por fortuna, fructífero. Bajo novedoso sistema hemos aprendido a depurar el modelo de la convergencia y a comprender que ya estamos inmersos en un nuevo periodismo, que aprovecha los valores tradicionales y los impregna en nuestras redes para cuidarnos de no ser contaminados por las noticias falsas o manipuladas, ni por la enfermedad de la prisa al dar las noticias.

También hemos aprendido que en el nuevo periodismo, ejercido a través de nuestra plataforma digital y redes sociales, las preferencias de las audiencias son determinantes, aunque no del todo decisivas, al diseñar nuestras políticas de búsquedas y coberturas y los contenidos editoriales. Si aumentar las audiencias es un objetivo clave para avanzar a nuevas fases en la monetización de nuestros contenidos y en la elevación de los ingresos publicitarios, no perdemos de vista que, ante todo y sobre todo, nuestro papel es hacer periodismo de calidad, de profundidad, y más que nada de servicio al conocimiento y a las necesidades de los ciudadanos.

 

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