Redacción HoraxHora
El abogado, economista, político y escritor angel Lockward analizó este martes el impacto que la guerra desatada por Rusia contra Ucrania en el escenario dominicano, dominado por problemas económicos post pandemia y un proceso electoral en camino.
“Ese es el panorama sobre el que los partidos, coaliciones o bloques deberán plantear el próximo torneo electoral, ya no sobre los efectos del Covid, como la anterior, sino los de la guerra en Ucrania y las medidas internas para encaminar nuestra vida a mejores senderos de desarrollo, el Gobierno con las realizaciones que pueda presentar y la Oposición, con sus promesas e inventario de obras pasadas y cambios realizados”, cita Lockward en su análisis.
El artículo publicado en el Listin Diario, bajo el título ‘La guerra uncraniana en RD’, lo reproducimos a continuación:
martes, 19 de abril de 2022 |
La Guerra ucraniana en RD
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Ángel Lockward
Cuando la guerra, ocasionada por la invasión a Ucrania a cargo de Rusia – planeada para tres días – se encamina a los dos meses, con efectos políticos y económicos en todo el mundo, su incidencia en el país, es notoria, particularmente por el aumento en la inflación, fruto de componentes importados y locales hasta un 8.98% por ciento y, probablemente, una revisión a la baja del crecimiento del PIB del 5.5% previsto.
No es sólo el petróleo que ha aumentado, igual los fletes y alquileres y disponibilidad de contenedores, esto último afectando el suministro tanto de productos terminados como de materias primas.
Con más de 30 días sin fallecimientos a causa del Covid, este tema, que fue bien manejado por los dos gobiernos, el anterior y el actual, deja paso a posiciones preferentes a otros, como son los aumentos de precios, particularmente en alimentos, transporte y energía, la pobreza que no obstante los subsidios de la pandemia, se agravó, el desempleo y la delincuencia que afecta la seguridad ciudadana, particularmente con asaltos y violencia intrafamiliar a través de sonados casos de feminicidios.
Los problemas en Haití, sin resolverse, si bien se reflejan en esta parte de la isla, hoy contrario a noviembre del pasado año, no están en primera página, a la que cualquier día vuelven, pero empieza a estar el endeudamiento externo.
La Administración Pública que ofrece servicios vitales a los ciudadanos y marchó a paso lento durante el espacio de la pandemia, afectada además por cierta inexperiencia en múltiples áreas – que nos dejó, por ejemplo, sin libretas de pasaporte y sin carbón en Punta Catalina – intenta colocarse en condiciones de normalidad a pesar de que las “licitaciones” reducen la velocidad de solución de diversos problemas; estas, independiente de la cantidad de ellas que ha sido anulada, empiezan a ser cuestionadas, sobre todo en el sector eléctrico: usualmente se introduce una cláusula que solo cumple un licitante.
De cara a la conclusión del segundo año de la Administración, el Presidente Abinader lanzó su programa de reformas, en particular la constitucional y algunas normativas que entran dentro del ámbito de las leyes orgánicas a través del Consejo Económico y Social, órgano poco representativo en donde parecen haber encallado debido al poco entusiasmo de la población y en virtud de ello, al rechazo de la oposición cuyos votos son necesarios.
Enero que puede recordarse como el mes del Contrato de Fideicomiso de Punta Catalina renovó la idea presidencial de utilizar este mecanismo de financiamiento para diversos proyectos, entre ellos, Bahía de las Águilas que, recientemente fue conocido por el Congreso Nacional; el primero, cuyo conocimiento en el Senado se aplazó sin fecha, dejó un mal sabor que ojala no afecte a toda la idea de fideicomisos.
Empero, no obstante lo anterior el Presidente Abinader parece que concluirá la mitad de su mandato con una aprobación buena, aunque no tal alta como la de sus predecesores de los últimos 16 años; aún tiene el reto de conseguir que la Administración siga su ritmo de trabajo y de cumplimiento a los planes que cada semana anuncia en un mundo que por horas se reordena política, militar y económicamente.
Esta semana, la prestigiosa investigadora Nuria Piera sirvió un interesante reportaje sobre los métodos para alimentar la imagen del Presidente dominicano a través de las redes, práctica que recoge el periódico ABC de España en su edición del lunes: Moncloa usa algoritmos para saber al minuto lo que se dice de Sánchez, con los cuales controla toda alusión que se hace a la figura del Presidente del Gobierno a los dos minutos de producirse cualquier mención.
La confrontación en Ucrania – salvo lo nuclear – ya tiene los efectos de una tercera guerra mundial, de nuevo en Europa, de la que saldrá un nuevo orden, con Estados Unidos a la cabeza y la Unión Europea, en el que Rusia, agotada, pierda o gane, pasará a ser una economía de segunda que no se podrá recobrar en veinte años y, emergerá China que se convertirá en la interlocutora del primer bloque, asimismo ya hay ganadores políticos, entre ellos Venezuela, Qatar, Argelia, Arabia Saudita y Noruega. Otros países americanos que pueden insertarse como beneficiarios de los efectos por su potencial de exportación de petróleo, gas o carbón, son Brasil, México, Colombia y Bolivia.
Hay otros países, como República Dominicana y Cuba, que en la primera etapa tendrán únicamente los efectos negativos de la guerra y, sólo con unidad nacional e ingenio, podremos sortear los efectos económicos de la conflagración; en las dos guerras mundiales previas tuvimos como beneficiario al azúcar… hoy poco importante en la economía.
Según se desprende de nuestras cuentas nacionales, parece que el turismo, inicialmente afectado por la pérdida de los mercados ruso y ucraniano, podría mejorar siendo destino de otros emisores y, las exportaciones minerales, particularmente el oro y, dependiendo de las circunstancias, las leales remesas de los ausentes.
Ese es el panorama sobre el que los partidos, coaliciones o bloques deberán plantear el próximo torneo electoral, ya no sobre los efectos del Covid, como la anterior, sino los de la guerra en Ucrania y las medidas internas para encaminar nuestra vida a mejores senderos de desarrollo, el Gobierno con las realizaciones que pueda presentar y la Oposición, con sus promesas e inventario de obras pasadas y cambios realizados.