Elain Rodríguez Mena
Especial para HoraxHora
Frente a la oleada de protestas que se esparcen por las calles de toda Cuba en demanda del ejercicio de la libertad de expresión y contra la represión del Gobierno, así como en torno a las tensiones que han generado los acontecimientos seguidos del asesinato del presiente de Haití, Jovenel Moise, la madrugada del miércoles de la semana pasada, los Estados Unidos ha fijado su mirada sobre estas dos situaciones explosivas en la región del Caribe.
República Dominicana, de su parte, mantiene su atención al desarrollo de los acontecimientos en ambos escenarios, pero principalmente en torno a lo que ocurre en Haití dado que la generalidad de los problemas de la vecina nación se reflejan en el país. El Gobierno dominicano ha dicho que está en disposición de ayudar a Haití en la investigación del asesinato del presidente Moise, si las autoridades haitianas así lo pidieran.
Investigando el magnicidio
Los medios de comunicación en Estados Unidos, Colombia, República Dominicana y Haití, especialmente, dan un seguimiento continuo a las investigaciones e hipótesis sobre el magnicidio, al tiempo que hay muchas informaciones falsas, conjeturas, conclusiones de cafés que se barajan sobre la determinación de quienes realizaron la operación de asesinato del presidente Moise y quienes son sus autores intelectuales, para pode determinar el móvil de la acción. La policía haitiana insiste en acusar al grupo de ex militares colombianos llegados a Haití y quienes estuvieron en algún momento en la escena del crimen, la residencia del presidente Moise y su familia. Pero una serie de situaciones mantiene en dudas a los expertos investigadores y medios de comunicación que dan seguimiento al caso, sobre la participación real de los colombianos, así como la actitud asumida por la seguridad del gobernante asesinado.
Los Estados Unidos enviaron a Haití un equipo del FBI y una misión de alto nivel del Departamento de Estado y otros organismos del gobierno norteamericano en un esfuerzo por lograr un acuerdo mediante en cual se logre establecer un gobierno interino que llame a elecciones y organice un régimen institucional en que funcionen los poderes del Estado como el Parlamento, un Primer Ministro y la Suprema Corte, todos elementos en desbandada tras el asesinato de Moise.
El gobierno de Haití, bajo el mando del Primer Ministro en funciones, Claude Joseph, pidió apoyo militar de Estados Unidos y las Naciones Unidas. Estados Unidos ha sido claros en asegurar que no tienen intenciones de intervenir militarmente ni políticamente en los asuntos de Haití, aunque si dijo estar en plena disposición de ayudar en la conformación de un orden institucional. Lo mismo ha dicho la ONU.
Toda la tensión en Haití se desarrolla mientras la Policía trata de convencer a los haitianos y al mundo de que el presidente Moise fue asesinado por un comando de mercenarios colombianos llegados a Puerto Príncipe desde semanas antes del atentado desde su país a través de la República Dominicana.
Equipos de investigadores colombianos también se encuentran en Haití ayudando con las investigaciones, luego de que el gobierno del presidente Iván Duque confirmara que el grupo de 18 colombianos arrestados habían sido militares pertenecientes la mayoría a tropas élites y que trabajaban como contratistas a través de una agencia de seguridad, que habrían sido contratados por el Presidente Moise para enfrentar las bandas de secuestradores que pululan y controlan grandes áreas de la capital haitiana y de otras localidades del país. La policía haitiana ha fijado su vista en el médico Christian Emmanuel Sano a quien sindican como autor intelectual del magnicidio.
En Haití hay importantes intereses de negocios norteamericanos y su posición geográfica es importante para Estados Unidos, además de su cercanía con República Dominicana, una nación que Washington trata de que se mantenga estable, en paz y en crecimiento como eje de equilibrio en la zona.
¡Patria y vida!
Este domingo los cubanos se lanzaron a las calles de ciudades del interior y posteriormente en La Habana en protesta contra el régimen de fuerza que gobierna la isla desde hace 62 años. Las manifestaciones comenzaron en el poblado de San Antonio de los Baños pero rápidamente se extendieron por toda la nación bajo el grito de “Patria y vida” y “libertad, libertad, libertad”. Estas protestas fueron las más contundentes en la isla desde las manifestaciones de agosto de 1994, que se hizo llamar “el maleconazo”.
“El pueblo cubano está exigiendo su libertad a un régimen autoritario. No creo que hayamos visto nada similar a estas protestas en mucho, mucho tiempo, o quizá jamás, francamente…”, dijo el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, este lunes en la Casa Blanca e indicó que su gobierno está “firmemente del lado del pueblo de Cuba en su reivindicación de sus derechos universales… y pedimos al Gobierno de Cuba que evite la violencia en su intento de silenciar las voces del pueblo”. Horas antes la Casa Blanca emitió un comunicado indicando que el presidente Biden describió las protestas como “un llamamiento a la libertad” del pueblo cubano que entiende actuó de manera “valiente” en el ejercicio de sus “derechos fundamentales”.
El comunicado señala que “Estados Unidos llama al régimen cubano a escuchar a su pueblo y servir a sus necesidades en este momento clave, en lugar de enriquecerse a sí mismos”. Asimismo la vocero de la Casa Blanca, Jen Psaki, desvinculó a Estados Unidos con las protestas en Cuba o que el embargo impuesto por EEUU a la isla en los años ‘60 sea la causa principal de la crisis económica y sanitaria que sufren los cubanos.
El presidente Biden prometió a los periodistas que “tendremos más que decir sobre Cuba y Haití a medida que avance esta semana… estén atentos”. Con esta promesa se escabulló ante la pregunta de que si está en la línea de cambiar la línea dura que contra Cuba activó el anterior gobernante norteamericano Donald Trump. Biden fue el Vicepresidente de Barack Obama, el presidente que inició por todo lo alto la reapertura de las relaciones con Cuba, lo que incluyó la apertura de Embajada norteamericana en La Habana, cuando Cuba hacía lo mismo en Washington, pero fue más lejos cuando junto a su esposa, Michel, realizó una visita sin precedentes de un gobernante de Estados Unidos a Cuba.