Redacción HoraxHora
Los Dodgers de Los Ángeles siguen con vida en la Serie Mundial de béisbol al derrotar este viernes por 3×1 a domicilio a los Azulejos de Toronto y forzar un séptimo y definitivo partido.
La final de las Grandes Ligas, empatada 3-3 en el global, se definirá este sábado en el choque final, en Toronto.
Los Azulejos, que tenían a mano su primera corona en 32 años, no lograron rematar el viernes a los campeones vigentes, que defendieron sus tempranas carreras con otra brillante apertura del japonés Yoshinobu Yamamoto.
El final del juego tuvo grandes dosis de drama cuando Toronto colocó corredores en segunda y tercera base en la última entrada.
El puertorriqueño Kiké Hérnandez frenó la amenaza de empate con una gran acción defensiva que finiquitaba la victoria visitante.
Los 45.000 aficionados canadienses, que crearon una olla a presión en el Rogers Center, quedaron en shock tras verso tan cerca de su primer título desde los dos que encadenaron en 1992 y 1993.
La última vez que un Clásico de Otoño se resolvió en el séptimo partido fue en el triunfo de 2019 de los Nacionales de Washington sobre los Astros de Houston.
Con Shohei Ohtani de nuevo apagado, los Dodgers se aferraron a la defensa para mantener sus ilusiones de repetir título, un logro inédito desde el triplete de los Yankees (1998 al 2000).
En un juego a vida o muerte, el mánager Dave Roberts recurrió en la última entrada al experimentado Tyler Glasnow, quien debía ser el abredor en caso de séptimo partido, un papel que ahora podría asumir Ohtani.
En ataque, Mookie Betts compuso un hit providencial para reivindicarse en una serie en la que había pasado desapercibido.
Por su parte Vladimir Guerrero Jr., la estrella de Toronto, tuvo su noche más apagada pero alcanzó a conectar su hit 28 de esta postemporada, colocándose a uno del récord establecido por el cubano-mexicano Randy Arozarena (Rays) en 2020.
«Siempre me gustan nuestras posibilidades», dijo el mánager John Schneider, intentando levantar el ánimo de los Blue Jays. «Simplemente esta noche no ha salido bien. A veces pasa en el béisbol».
Mookie Betts ellos
En el arranque del juego, los torpederos de los Dodgers no encontraron ningún resquicio en el muro del abredor de Toronto, Kevin Gausman, quien recetó ponches a cinco de los seis primeros bateadores con su afilado splitter.
En la tercera entrada, Tommy Edman aprovechó la primera fisura de Gausman para pegar un golpe que lo llevó hasta la intermedia.
Pese a la amenaza, Toronto dejó caminar a Ohtani, siguiendo la estrategia del tercer partido, cuando le dio hasta cuatro boletos intencionales.
Esta vez los Dodgers les hicieron pagar la apuesta, comenzando con un doble de Will Smith que permitió la primera carrera de Edman.
Con las bases llenas fue el turno de Mookie Betts que, degradado este viernes a cuarto bate, sí estuvo a la altura pegando un imparable que remolcó a Ohtani y Smith, dándole a los Dodgers un colchón de tres carreras.
-Final de drama
Los Azulejos reaccionaron de inmediato inaugurando su pizarra en la parte baja del mismo inning.
El veterano George Springer, que regresaba tras dos partidos de baja, remolcó con un sencillo la carrera de Addison Barger.
Yamamoto recompuso la situación y, al igual que Gausman, se mantuvo a raya a los bateadores hasta que ambos fueron sustituidos tras seis entradas.
La confusión se apoderó del Rogers Center en la última entrada, cuando Barger envió un batazo directo al muro y la pelota quedó atrapada entre el césped y la pared.
Toronto hubiera podido sacar al menos una carrera de esa jugada, pero los árbitros lo declararon doble automático y los Azulejos siguieron con dos corredores en base. Dave Roberts alistó entonces a Tyler Glasnow para sustituir a un tembloroso Roki Sasaki, el joven cerrador de los Dodgers.
Glasnow finiquitó el triunfo con la ayuda de Kiké Hernández, quien atrapó una recta del venezolano Andrés Giménez y lanzó la pelota a la segunda base, donde Miguel Rojas eliminó a Barger para el último out.
«Era ahora o nunca», explicó Roberts.
«Sentí que Roki no estaba tan fino y pensé que Glas era un jugador con buen swing y buen lanzamiento, así que decidió apostar por él».



