Diego A. Sosa
La eterna discusión de la brecha entre la pobreza y la riqueza lleva a que me haga esa pregunta.
Cada vez que se menciona dicha “brecha” analizo y me analizo. Siempre caigo en lo mismo… prefiero concentrarme en que haya menos pobreza y no en criticar a los ricos.
Hace pocas décadas había menos ricos, la brecha era más pequeña. Pero, también los pobres tenían mucho menos calidad de vida. Que los ricos hayan abierto la brecha no ha hecho que la calidad de vida de los que reciben menos sea peor.
Si me conoces de mis publicaciones, conferencias, libros, cursos o asesorías, sabes que me concentro en que las personas tengan progreso. Mi propósito es ayudar al crecimiento personal y profesional para obtener mejor calidad de vida. No importando si la brecha se abre, lo que vale es que el que desee progrese.
Lo importante, es crecer sin competir. Es mejorar yo sin lamentarme que otros tengan más.
—¿Cómo avanzo si no existen oportunidades? —me dicen algunos.
—¿Sabes de otros que han tenido oportunidades? —es mi respuesta… a pesar de ser una pregunta.
La verdad es que siempre sabemos de personas que han tenido “suerte”. La de estar preparadas para una oportunidad, y salirla a buscar con pasión. Entonces no es suerte, respondería alguno. Exacto, no es suerte, es preparación y labor.
No tengo que esperar tanto a la suerte si me preparo. Pero, si quiero ganar más dinero para mejorar mi calidad de vida, me debo preparar para aportar valor que sea remunerado.
Para aumentar mis ingresos me cargo de conocimiento útil. El que puedo vender. Aquel que les sirve a las personas y por el cuál pagan. O a las empresas, sea para ellas, para su personal o sus clientes. Si piensan que les pueden sacar más de lo que me pagan, ya lo consideran valioso.
En conclusión: por mi parte, pensar que la brecha es mala porque los ricos ganan más no ayuda a los que reciben menos ingresos a vivir mejor. El pensamiento de quitarle a los ricos para darle a los pobres no ha funcionado en el mediano plazo en ninguna sociedad.
Hagamos un ejercicio mental. En un pueblito donde las personas tienen pocos ingresos se muda un adinerado, de inmediato se abre la famosa brecha. ¿Están peor que antes? No, pero la mentalidad es ahora quitarle al más pudiente para cerrar la brecha.
Sigamos imaginando: El nuevo compueblano abre una fábrica. Contrata y forma a los habitantes para trabajar en ella. Se hace aún más rico. Se sigue abriendo la brecha. ¿Debemos quitarle la fábrica y repartir el dinero entre los habitantes? Cerraríamos la brecha. En poco tiempo hasta podría desaparecer, ya el rico no existe, ¿y los pobres? Sin fuentes de empleo cada día serán… ni lo diré.
¿La solución? Para mí es clara, por la que siempre abogo: Si vemos el ejemplo que puse solo hay que formar a los que tienen menos para que pueden ganar más, pero también para que retengan más, como enseño en mi libro Arco Iris Financiero, así pueden aumentar su calidad de vida y ser los que luego den empleos y ayuden a otros a salir de la capa de menor ingreso. Sin importar en lo más mínimo cuán amplia es la bendita brecha.