Hay consenso en asegurar que hoy por hoy Haití carece de estructuras de poder y sus sistemas policiales, judiciales, políticos y sociales después de décadas de corrupción, ineficacia e inestable actividad son muy pobres por lo que de hecho, estos son ineficaces.
También se coincide en que la comunidad internacional, que tantas veces ha puesto su vista hacia Haití y ha prometido ayudarlo a salir de la gran pobreza y falta de instituciones, es muy poco lo que ha hecho por Haití, por lo que las aspiraciones de algunos sectores de esa nación de recobrar el esplendor que un día le hizo brillar, está muy lejos de ser una realidad.
Sabido es que Haití tiene un pueblo que recorre 12 horas a pie para depositar su voto en una urna; que ríe pensando que algo bueno le puede llegar, pero que nunca llega, porque no existe tregua ni paz.
Su último presidente electo en las urnas, Jovenel Moise, acaba de ser asesinado en un ataque armado en su propia residencia, sumiendo la nación -la más pobre de América Latina– en una inimaginable incertidumbre y vacío institucional.
Ante el agravamiento de la crisis política, económica y social que afecta la población haitiana, el Centro de Análisis Para Políticas Públicas, la Unidad Modelo de la ONU de la República Dominicana, la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia y la Universidad Católica de Santo Domingo, realizaron hace una semana una conferencia virtual bajo el título “El rol de la comunidad internacional en la estabilización de Haití”.
Con la moderación de la comunicadora Karina Alarcón, los académicos y estudiosos de la realidad haitiana Mariano Fernández, Edmond Mulet y Joseph Harold Pierre, de nacionalidades chilena, guatemalteca y haitiana, respectivamente, plantearon sus consideraciones acerca del origen y evolución de la problemática que durante décadas ha maltratado la paupérrima vecina población.
Fernández, un político y diplomático, fue canciller de Chile durante el gobierno de la presidenta Michelle Bachelet, fue jefe de la Minustah para Haití; Mulet, un diplomático y catedrático de Guatemala, fue encargado del equipo de las Naciones Unidas para la organización de Haití; y Pierre es un economista, politólogo y catedrático haitiano quien es fundador de la organización Jóvenes por la Democracia.
En sus exposiciones Mulet y Pierre coincidieron en su evaluación sobre las consideraciones de que Haití es un Estado fallido: De manera precisa Mulet manifestó que debido al acelerado retroceso “se vuelve a hablar de Haití como un estado fallido o que allí no puede haber un estado fallido, porque lo que hay es una ausencia de estado, de conciencia de estado. Es el retrato más preciso y exacto de lo que sucede en Haití”. Y Pierre fue más enérgico en su juicio, partiendo de los fracasados intentos de celebrar elecciones “Ante el deterioro de ese aspecto, es más fácil realizar fraudes que en otras partes, porque Haití no es que sea un Estado fallido, sino que es prácticamente inexistente”.
Mariano Fernández
Fernández sostuvo que Haití, pese a ser el primer país negro en alcanzar su independencia “sigue lleno de contradicciones inimaginables, cuyos liderazgos se suceden siempre al viejo estilo de sangre o muerte”.
Refirió desde la dictadura de los Duvalier (Francois, Papa Doc y su hijo Boby Doc) hasta ahora, se ha seguido una historia de desestabilización y que cuando la sensación de normalidad empieza a producirse, “nuevamente ese liderazgo, termina en muerte, o mala manera, siendo derrocado y expulsado del país”.
Señaló que luego de la salida de los Duvalier, los regímenes militares y las administraciones de Jean Beltrand Aristide; René Preval, Michel Martely y el asesinado Jovenel Moise todos han acabado muy mal, con terremoto incluido, que causó cientos de miles de muertes y dejando el país prácticamente destruido en casi en su totalidad.
Dijo que cuando le tocó dirigir la misión de paz de la ONU, la Minustah, estando elegido recientemente el presidente Michel Martely, consideró que el nuevo gobernante logró mantener un período de cierta estabilidad al país, debido a la cooperación de la ONU, la fuerza de paz, los principales socios bilaterales y EEUU. “Esos amigos de Haití, realmente hicieron un gran esfuerzo para dar una cierta estabilidad. El propio Martely, en el tiempo que me tocó dirigir la misión, pedía que la Minustah, no dejara el país”, agregó.
Desde su punto de vista, entendía que el objetivo más significativo era estructurar una policía entrenada y de calidad, que sustituyera los soldados enviados a Haití desde varios países, del mundo, para mantener la paz y se manifestó satisfecho que cuando le tocó dirigir la Minustah “desapareció el crimen político, los secuestros llegaron al mínimo, las muertes violentas y las estadísticas también en una reducción muy significativa”.
A su juicio, ese periodo terminó con un Haití recuperado, en su plena autonomía “pero entonces rebrotaron los mismos problemas que habían antes de la llegada de la Minustah, terminando en este trágico homicidio del presidente Jovenel Moise”.
Consideró que para lograr la estabilización de Haití es necesario organizar y desarrollar una economía que genere empleos y bienestar a la población, con acceso a la educación, vivienda, salud, por lo que opina que existen posibilidades de un cambio en las élites, mediante un programa tipo el Plan Marshall de desarrollo significativo, sobre todo con énfasis en el desarrollo sostenido “que pueda dar origen a cambios en las aspiraciones más básicas de la población”.
Entiende que de no lograrse ese plan “vamos a ver una inestabilidad permanente, una situación crítica, con muchas gentes queriendo intervención de la ONU y dando muchos problemas en la región”.
Edmond Mulet
El abogado y diplomático guatemalteco, que también fue jefe de la Minustah, ex secretario general adjunto de la ONU para misiones y jefe de gabinete del secretario general Ban Ki Mung, consideró básico el mantenimiento del interés de la Comunidad Internacional sobre el tema de Haití.
Planteó que todos los amigos de Haití están “muy preocupados” por el acelerado proceso de deterioro que lleva el país, al que dijo conocer muy bien, por haber sido dos veces jefe de la Misión de la ONU, la Minustah.
De manera especial recordó que en los años 2006-2007, fueron enviados a Haití un contingente de 18,500 efectivos entre militares y policías, la mayoría de Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Perú, Ecuador, Guatemala y de Chile. Los policías eran colombiano. “Fue un esfuerzo muy grande que se hizo en aquella época, porque Haití en vivía un proceso de completo deterioro, iniciado con Francois Papa Doc, continuado por su hijo Baby Doc y los demás gobiernos que se han sucedido desde entonces”, señala.
Reconoce que ha sido necesario realizar un trabajo duro y sistemático, que le costado la vida en combate contra la delincuencia a decenas de soldados y policías “cuyos cadáveres han tenido que ser despedidos a sus naciones de origen con los mensajes de condolencias a sus padres, esposas, hijos y otros familiares”.
Sin embargo, afirma que ha valido la pena ese sacrificio, porque luego de años de lucha, se ha logrado estabilizar el país, aunque esporádicamente, cambiando un panorama de 400 secuestros, “a tal vez dos al mes”, como ocurrió en su último mandato de la Minustah.
Destacó que durante el gobierno del presidente Rene Preval, Haití vivió un período de relativa estabilización hasta el 10 de enero de 2010, cuando se produjo el terremoto que provoco la muerte de unas 300 mil personas y la destrucción de la capital “quedando todo piedra sobre piedra. Fue algo espantoso, terrible”.
En esa tragedia perdieron la vida quien le relevó como jefe de la Minustah, el tunecino Hédi Annabi y su adjunto, el brasileño Luiz da Costa y más de cien soldados y policías.
Señaló que dos o tres años después, se produjo otro retroceso, por lo que se volvió a hablar de Haití como un Estado fallido “porque lo que había era una ausencia de estado, de conciencia de estado… un retrato preciso y exacto de lo que sucedía en Haití”.
Entiende que la comunidad internacional sigue buscando una solución, pese a la salida de la Minustah, porque hubo de iniciarse otra acción específica de acompañamiento para asuntos institucionales, como organizar un cuerpo policial con presencia nacional disuasiva a los malhechores. Con la salida de la Minustah de Haití, el crimen organizado, el narcotráfico, la delincuencia, resurgieron, según las informaciones que recibe de sus amigos haitianos “que me reportan esas novedades”.
“Si en alguna vez hubo un viso de normalidad, eso se ha vuelto a perder, ahora de manera prácticamente definitiva, con el magnicidio del presidente Moise. Eso también genera un mar de dudas e interrogaciones sobre el futuro haitiano”, precisó.
Joseph Pierre
El economista, politólogo y político haitiano, Joseph Pierre, fundador de la Asociación de Jóvenes Profesionales por la Democracia y experto en Políticas Públicas, así como ex diputado durante 12 años dijo que “si se toma en cuenta la ONU, que tiene por misión la paz y seguridad; el BM, que busca reducir la pobreza y la desigualdad; la OEA, que hace énfasis sobre la democracia, en su carta democrática de 2001, y el BID, que tiene su programa de inversiones e innovaciones. Tomando esas cuatro organizaciones mundiales y regionales, voy a decir que papel pueden jugar cada una en la realidad haitiana”.
A su juicio, el problema haitiano no es cultural, sino estructural, por lo que no hay ninguna solución ni enfoque que pueda resolverlo, a menos que se tome en cuenta la crisis estructural de su país.
Respecto al papel que ha tratado de hacer la Minustah, estimó que pudo haber dado mejor resultados, pero si partía del hecho de que la paz en Haití “se basa en su desarrollo económico, partiendo de que la población no tiene lo mínimo para sobrevivir, por lo que la paz ni la seguridad pueden darse de manera espontánea”.
Indicó que el Banco Mundial tiene como meta reducir la pobreza extrema y en Haití esa condición abarca el 50%, es decir, más de cinco millones viven con menos de US$1.9 al día. “Si se quiere resolver este problema, partiendo de que Haití no puede reducir su pobreza extrema en menos de 10 años (en 2030), pero si el BM quiere acompañar al país y este se pone esto como meta, lo que hay que hacer es encontrar la forma de crear empleos, acompañando al gobierno y el sector privado”, sugiere.
Empero, agrega que para el éxito de ese propósito, ha de partir del hecho de que Haití tiene una estructura que excluye a la gente, y atreverse a acompañar a los jóvenes emprendedores haitianos a tener empresas, “porque fuera del desarrollo económico, nunca habrá paz ni seguridad en nuestro país”.
Al referirse a las acciones del Banco Mundial, indicó que si bien en su nación existe la desigualdad, el organismo debe considerar que la estructura social haitiana, está integrada de castas sociales, cuyas explicaciones son históricas y culturales. “Pero lo que importa es que el organismo mundial se enfoque en el desarrollo, porque la desigualdad se reduce, no repartiendo en lo que no hay, sino creando riquezas y en Haití para llegar a esa meta, íntimamente debe estar ligada al tema político”, significó.
De otro lado, Pierre afirmó que con la elevada cantidad de partidos políticos que hay en Haití, el consejo electoral provisional carece de poder para garantizar la seguridad, por lo que se volverá a necesitar que la ONU vuelva a enviar soldados. “Sin esa seguridad mínima, no se puede pensar en elecciones, ante el deterioro de ese aspecto, lo que facilita la realización de fraudes, porque en Haití no es que el Estado sea fallido, sino que es prácticamente inexistente”, aseguró.
Aclara que eso no significaba que no pueda ser construido porque “en Haití se tuvo la concepción de un estado, pero no su construcción, lo primero implica que tenemos un territorio y una estructura que monopoliza la violencia”.
La comunidad Internacional en el momento actual tiene que jugar su papel, primero, ayudando a crear las condiciones mínimas, la ONU o las naciones desarrolladas en general tengan la intención de acompañar a Haití, aunque en otras ocasiones se haya fracasado.