En momentos en que las autoridades desarrollan el inicio del un programa de seguridad ciudadana, tendente a reducir la violencia y la delincuencia, los dominicanos vivieron un nuevo fin de semana cargado de sangre, muertos y heridos.
Siete cayeron en Higuey, cuatro en Santiago, uno en San Cristóbal, otro en Baní, todos a balazos. Amantes frustrados, ‘teteos’ con tiros, machete y violencia, pleitos y venganzas. De todo, como para escoger. El común denominador: armas, alcohol, muertes y heridos.
Esos picos de violencia no se combaten con buenos deseos, buenas intenciones, discursos bonitos, estadísticas en las que nadie confía, porque la realidad da en la cara y dicen todo lo contrario, día por día, noche por noche.
Se necesitan acciones, como una policía preventiva, con mayor presencia en las calles, que imponga la autoridad y el orden, con equidad, el respeto necesario. Sin represión pero con firmeza.
La violencia, por tanto, no se revierte con anuncios de desarme si no hay reales programas de educación, fuentes de trabajo, control del microtráfico de drogas en los barrios, que saque a los muchachos de las calles y les abra, junto a muchos otros, verdaderas esperanzas de un futuro menos incierto.
27 julio, 2021
