De mi última columna, el miércoles 27 de abril en que les informaba del episodio de salud en que me encontraba, han pasado cinco semanas, período en que fui sometido a una cirugía ‘mayor’, denominada ‘de corazón abierto’, dos cateterismos y una cirugía a lo largo del muslo derecho de donde extrajeron las venas con que se hizo los bypass, todo para 12 días hospitalizados, cinco de ellos en Cuidados Intensivos (UCI), en Cedimat.
Una experiencia muy dura para alguien que como yo nunca, en mis 73 años de vida, había estado hospitalizado y quien gozaba de excelente salud.
En la última semana los médicos, cirujanos cardiólogos y cardiovasculares, prácticamente me han dado una especie de ‘de alta’ provisional, a mi entender, pues me han citado para nuevas evaluaciones dentro de uno y dos meses, me han reducido los medicamentos y me dicen que todo ha ido dentro de lo esperado. Ahora viene el proceso de terapias para ayudar a mi corazón y sistema cardiovascular a funcionar sin las restricciones que las obstrucciones de arterias le imponían, hasta la cirugía.
Por ello quiero aprovechar para dejarles algunas reflexiones: la importancia de realizarse chequeos preventivos regulares, por lo menos cada año –así se detectó la seria obstrucción arterial que tenía-; tener confianza en los médicos que ejercen en el país y en servicios, de primera calidad y altamente profesionales de centros como Cedimat; tener fe en que un Ser Superior guía las manos de los cirujanos; tener el apoyo inestimable y necesario de la familia y de los amigos y, sobre todo, un ánimo positivo.
El tránsito es complicado, pero no imposible. Hasta ahora lo he logrado. Y aquí estoy.
